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Familiares junto a la tumba de una mujer fallecida por coronavirus y sepultada en un cementerio de Río de Janeiro. Foto: EFE

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Este jueves las autoridades de Brasil indicaron que hubo 4.249 nuevas muertes asociadas al COVID-19 en las 24 horas.

Esto representa un nuevo máximo diario desde el inicio de la pandemia y la segunda vez en la semana que el país suma más de 4.000 fallecidos en un solo día, según las cifras de las fuentes oficiales.

Los casos confirmados de coronavirus subieron hasta los 13.279.857, después de que se reportaran 86.652 infectados con el SARS-CoV-2 en las últimas 24 horas, según el boletín del Ministerio de Salud.

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El país registró 4.195 decesos el martes, 3.829 el miércoles y 4.249 este jueves, es decir, 12.273 en apenas tres días, casi la misma cifra que, por ejemplo, acumulan Egipto (12.290) o Bolivia (12.366) en toda la pandemia, de acuerdo con los datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Con un promedio de 2.800 muertes diarias en la última semana, el gigante latinoamericano es hoy el lugar del planeta donde se muere más por el coronavirus y acumula ya 345.025 decesos en apenas 13 meses.

Brasil es el segundo país con más fallecidos y más casos confirmados de la enfermedad en el mundo, después de Estados Unidos, y afronta actualmente la peor fase de la pandemia con los hospitales públicos desbordados ante el crecimiento de los ingresos de casos de COVID-19.

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Casi un tercio de las muertes reportadas este jueves ocurrieron en Sao Paulo, el estado más desarrollado y poblado del país, donde las autoridades locales reportaron 1.299 fallecidos en el último día, la segunda peor marca de la región.

El director de la Agencia Nacional de Vigilancia Sanitaria de Brasil (Anvisa), Antonio Barra Torres, admitió este jueves que la pandemia "está lejos de su final".

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"No hay entre nosotros la convicción de que la peor fase haya pasado", afirmó con resignación en una comparecencia ante una comisión del Senado.

Este nuevo récord llega en un día en que el pleno de la Corte Suprema dijo que las iglesias y templos pueden ser cerrados, cuya reapertura había sido autorizada de forma monocrática por uno de los once magistrados del alto tribunal y apoyada por el Gobierno del presidente Jair Bolsonaro, quien niega la gravedad del coronavirus.

La segunda ola de la pandemia acelera desde hace semanas empujada además por la circulación de variantes del virus consideradas más infecciosas, como la brasileña, conocida como P.1 y ya predominante en varias regiones del país, y la británica.

Además, los científicos, que ya habían alertado que Brasil se podría convertir en un "laboratorio mundial" de nuevas variantes del coronavirus por su alta incidencia, investigan otros dos nuevos linajes surgidos en el país con un gran número de mutaciones, algunas de ellas vinculadas a un mayor poder de infección.

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Con las unidades de cuidados intensivas llenas al 90 % en buena parte del territorio nacional, el sistema público de salud brasileño lidia también con la escasez de medicamentos esenciales para los pacientes más graves, como sedantes, analgésicos y en algunos casos oxígeno.

Mientras, la campaña de vacunación, que empezó el pasado 17 de enero, avanza poco a poco y hasta la fecha han recibido la primera dosis un 10 % de los 212 millones de brasileños. (I)

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