Juan Carlos Bayas, doctor, tuvo su primera guardia de navidad en 2015, cuando era residente del Hospital General de Machala.
Describe su turno navideño como “movido”. Ese día el área de emergencias del hospital, donde rotaba, recibió numerosos casos de personas afectadas por intoxicaciones, siniestros de tránsito y quemaduras.
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“Fue difícil”, recalca, pues fue la primera vez que pasaba lejos de su familia, oriunda de Cañar.
Sin embargo, expresa que “encontró personas en el camino” que lo hicieron sentir como en casa, como el grupo de enfermeras que organizaron una pequeña cena durante su primera guardia navideña en Machala.
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Fue en ese mismo hospital en el cual atendió a un joven de 26 años que había resultado herido por un siniestro de tránsito.
“Tenía un mal pronóstico, era un jovencito. Pasó por el quirófano y por cuidados intensivos. Después de un mes hospitalizados lo volví a ver, yo había hecho contactos con los familiares (...). Todavía tenía unas secuelas, pero conversaba. Esa parte (del trabajo) al inicio es difícil, pero al final te reconforta”, indica.
Una experiencia más jovial ocurrió durante su tercer año de posgrado en Solca. Ya se había casado, y su esposa fue a visitarlo al hospital. Coincidió con la esposa de uno de sus pacientes oncológicos se disfrazó de Papá Noel y recitó villancicos. Otro colega que tocaba la guitarra también cantó temas navideños con la ayuda de las enfermeras.
A temprana edad se enfocó en ser doctor. Su madre tenía un amigo galeno que representó sus primeros roces con la profesión. Convertirse en doctor fue, además de un deseo suyo, uno de su mamá.
Ahora Bayas es jefe de residentes de Solca. Tratar a pacientes oncológicos tiene una carga emocional distinta, subraya, especialmente cuando son niños.
“Llegar acá fue un cambio drástico. Hay que estar ser fuertes: los pacientes oncológicos también tienen necesidades afectivas por la carga emocional que conlleva su enfermedad”, dice.
Escuchar a los niños llorar o quejarse se le hace difícil. Aunque no siempre puede demostrar que estas situaciones le afectan, especialmente frente a los pacientes, admite que a veces llora.
Manejar el aspecto de la salud mental es importante para la labor de los galenos. Una investigación realizada en España por un programa de ayuda a médicos manejado por el Colegio Oficial de Médicos de Madrid, por ejemplo, encontró que el número de médicos de ese país que acudían a un programa de apoyo se duplicó tras la pandemia. La mayoría acudía al programa para solicitar ayuda por trastornos como depresión, ansiedad y estrés.
Como parte de su trabajo en Solca, Bayas maneja a 36 residentes en la matriz guayaquileña. Organizar los horarios de los doctores normalmente es complicado, y aún más en estas fechas.
En el caso de una emergencia, continúa, él está preparado para suplir un turno de algún residente que no haya podido trabajar.
“Es un trabajo nuevo para mí. Estamos organizando todo para que no nos haga falta personal en las áreas de emergencias y de las hospitalizaciones”, subraya.
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Carlos Calle, jefe de emergencias de Solca, trabajó en Navidad por primera vez en 2001. Nunca había pasado la festividad lejos de su familia, similar a la primera guardia navideña de Bayas.
“El grupo humano era muy cercano. Veníamos de siempre compartir en familia al año siguiente compartirlo en un hospital, algo nuevo, algo que no sabías qué te iba a deparar. Había que evitar transmitirle tensión al paciente”, recalca.
Comunicarle calma al paciente, continúa, es importante, pues gran parte de la ansiedad que tiene un paciente oncológico es la incertidumbre de si vivirá hasta las próximas festividades. Calle trata de calmar su ansiedad: en sus turnos navideños le ha tocado recibir a niños con padres muy preocupados e intentar atenderlos con efectividad para que lleguen a sus hogares antes de la medianoche.
La última vez que trabajó en Navidad fue hace 7 años. Ahora busca motivar y sostener a los nuevos doctores, pues muchos provienen de otras provincias, quienes pasan aún más lejos de sus familias que los profesionales guayaquileños. (I)