Incluso oler bien tiene un costo para el medioambiente. El uso de desodorantes comerciales, que usualmente vienen en forma de barra, gel, roll-on y en latas de aerosol, tiene efectos variados en el planeta, pero el tipo más popular es el aerosol. Según la consultora Fortune Business Insights, el 51 % de las ventas de desodorantes a nivel mundial en 2022 correspondió a aerosoles.

Para que un aerosol funcione, indica Andrea Castillo, ingeniera ambiental, se necesita un propelente que sirva como transporte para esparcir el ingrediente activo de un producto. La mayoría de artículos en aerosol usan los compuestos orgánicos volátiles (COV) como propelentes.

Los COV reemplazaron lentamente a los clorofluorocarbonos como propelentes desde 1989, resultado del Protocolo de Montreal, acuerdo internacional impulsado por la Organización de las Naciones Unidas con el objetivo de prohibir la utilización de químicos dañinos para la capa de ozono.

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La comunidad científica determinó que los clorofluorocarbonos tienen un efecto nocivo para la capa de ozono, encargada de proteger a la vida en la Tierra de niveles excesivos de radiación solar.

Ecuador se adhirió al protocolo en 1990, al igual que otros 32 países de Latinoamérica y el Caribe desde entonces.

Sin embargo, el uso de COV tampoco es ideal para el medioambiente. Así lo señalan investigadores de la Universidad de York en el Reino Unido, en una investigación titulada Emisiones globales de COV de productos de aerosol comprimido.

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Los COV tienen potencial de formar ozono troposférico y esmog fotoquímico, que es contaminación que se genera cuando óxido de nitrógeno y COV reaccionan a la luz solar, y forma una especie de niebla común en ciudades superpobladas, según la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos.

Cuando se diseñó el Protocolo de Montreal, subrayan los investigadores, se determinó que los efectos ambientales negativos de los COV eran menores que los de los clorofluorocarbonos utilizados anteriormente, pero no pudieron prevenir el aumento en la demanda global de productos en aerosol.

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De acuerdo con los autores de la investigación, la transición a productos sin COV podría reducir el esmog. También señalan que casi todos los productos para consumo en aerosol pueden ser reemplazados por alternativas, como desodorantes en barra o roll-on.

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Sin embargo, las otras alternativas también dejan un impacto ambiental, pues vienen en plásticos y tienen emisiones de gases de efecto invernadero detrás, propios del proceso de producción y transporte de los productos.

Castillo expresa, además, que algunos de los químicos presentes en desodorantes en barra y roll-on pueden ser dañinos para el medioambiente y la salud, como el aluminio, utilizado como antitranspirante, y parabenos.

“Por más que te pongas desodorante en barra, en algún momento te vas a bañar y esos químicos van a terminar en el agua, dañando eventualmente la vida marina”.

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Los desodorante naturales podrían ser una alternativa, continúa, pues son elaborados sin estos químicos. (I)