Luego de recordar el establecimiento por Estados Unidos de un consulado en Guayaquil hace doscientos años, es decir, cien años antes de la inauguración del canal de Panamá —que, como dice Benites Vinueza en Ecuador: drama y paradoja, incorporó al país a la vida económica mundial—, ya era nuestro puerto principal de clara importancia para el comercio exportador o venido a través de nuestros vecinos del sur o del Portoviejo panameño.
Eso en lo económico, porque en lo político estábamos muy distantes, y la gran potencia solo se preocupaba de México, donde conquistó inmensos territorios al sur del río Grande, y de las pequeñas repúblicas centroamericanas, que las conducía por medio de fuerzas policiales que les eran adeptas y que protegían sus intereses económicos y comerciales.
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Así, dispuso el golpe de Estado (en 1954) que derrocó al presidente de Guatemala Jacobo Arbenz, quien nacionalizó la empresa estadounidense United Fruit Company. La orden vino del propio general Dwight Eisenhower. Las intervenciones americanas fueron numerosas.
Antes de pasar a las intervenciones en Ecuador, recordemos que Estados Unidos, en la Segunda Guerra Mundial, luego de que fueran atacados por Japón, en Pearl Harbor, y el dictador de Alemania Adolf Hitler les declarara la guerra, y con el consentimiento de nuestro Gobierno, instalaron bases militares en las islas Galápagos y en Salinas, en nuestro territorio continental (en 1942). Al término de esta utilización, destruyeron todas sus construcciones e instalaciones.
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Fue a raíz de la Revolución cubana (de 1959) que Estados Unidos, por temor al comunismo, volcó su atención a Latinoamérica y proclamó la Alianza para el Progreso —creada por el presidente John F. Kennedy en 1961—, que otorgó créditos para el desarrollo por 10 millones de dólares, suma importante antes de las posteriores devaluaciones del dólar, y cuando esta moneda tenía convertibilidad fija al patrón oro.
Nuestro país accedió a estos préstamos, que los dedicó, principalmente, a programas de vivienda, agricultura (incluida la reforma agraria). Paralelamente, por medio de la CIA, su central de inteligencia, empezaron a intervenir en la política interna, provocando golpes de Estado en contra de los Gobiernos que no les eran adeptos.
Un exagente de la CIA, Philip Agee, publicó un libro sobre su experiencia en Ecuador en tiempos de Velasco Ibarra y, luego, de Carlos Julio Arosemena Monroy: Gobiernos independientes, no comunistas, sospechados de simpatía hacia la revolución de Fidel Castro.
El derrocado Arosemena fue reemplazado por una Junta Militar, que persiguió no solo a militantes de izquierda, sino a todo opositor, con destierros, confinamientos. Más dura fue la represión en otros países (de la región): el llamado Plan Cóndor instauró dictaduras feroces.
Mi tesis: no es conveniente la instalación de bases militares. Estados Unidos está continuamente involucrado en guerras, por lo que la concesión de una base militar implica una alianza militar con ese país y nos convierte en enemigo de sus enemigos. (O)