Uno, dos y tres. ¡Ahora! Es la frase que da paso al replique de una campana que es tocada con fuerza por un niño. “Tocó campana. Gloria al Señor”, se lee en el post del albergue Soldaditos de Dios publicado en Facebook y que es acompañado del video del infante que luego se funde en un abrazo con su madre y llora de felicidad. Con la campana el menor anunció que venció el cáncer que padecía. Las imágenes fueron grabadas en las instalaciones de Solca Guayaquil. La idea es que el sonido de las campanadas llene de esperanza a los otros niños que están batallando contra esta enfermedad.

En Ecuador, 1.199 nuevos casos de cáncer infantil se diagnosticaron en 2021, según cifras del Ministerio de Salud Pública (MSP). La leucemia linfoblástica aguda (LLA) es el cáncer más frecuente en el niño y adolescente menor de 15 años. La tasa de mortalidad por cáncer entre 0 a 19 años es de 6,2 por cada 100.000 habitantes en el país; es la segunda más alta de América del Sur.

Luis Espín, jefe de oncología pediátrica de Solca Guayaquil, indica que para vencer al cáncer infantil una de las claves es el diagnóstico precoz. Afirma que esta patología en niños no se puede prevenir, a diferencia de los adultos y en los infantes todos los tipos de cáncer tienen un alto grado de malignidad, ya que las células cancerígenas son más agresivas.

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El factor a favor que tiene el cáncer pediátrico, según Espín, es que el 80 % de los tumores son sensibles al tratamiento: “Por eso es importante el diagnóstico temprano, porque así hasta el 80 % de niños se pueden curar. Otra ventaja es que los niños tienen cuerpos en desarrollo y algunos tumores, con el tiempo, pueden madurar y de ser malos pasan a ser benignos. De allí que los niños se curan más rápido que los adultos”.

Otra de las diferencias es que los niños enfrentan de manera más positiva la enfermedad que un adulto. Si bien lloran y se enojan porque no pueden jugar, cuando en el tratamiento les va bien o entran a remisión regresan a sus actividades normales “como si nada hubiese pasado”, a diferencia del adulto o adolescentes que pueden entrar en cuadros depresivos, indica Espín.

Para lograr la detección temprana los padres deben llevar a sus hijos a controles médicos de forma planificada. La fiebre y dolores óseos pueden ser alertas de cáncer, pero estos síntomas son casi habituales en los niños por su etapa en desarrollo y por eso es importante el chequeo médico.

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Anabel Robles cuenta que su hijo Neyl cuando tenía 4 años presentó un cuadro febril por algunos días y algo de palidez, pero no pensó que era un cuadro grave, ya que es “normal” que a esa edad los niños presenten enfermedades como gripe. Sin embargo, Neyl empezó a quejarse de un dolor en el oído derecho. Es allí cuando Anabel acudió a un centro médico para realizarle exámenes.

También le aparecieron moretones en el cuerpo. Los exámenes mostraron que los parámetros en su sangre eran muy bajos, ya estaba anémico. La pediatra me dijo directamente que tenía leucemia linfoblástica aguda. Me quería morir, se me acabó el mundo en ese momento. Lograron nivelarlo y me dieron el traslado a Solca. Estuvo 35 días ingresado”, dice.

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Se definió el tratamiento a seguir y durante tres años estuvo con quimioterapias y constante medicación. Luego empezaron los controles y momentos donde se le bajaban las defensas. Actualmente Neyl tiene 14 años y en agosto del año pasado tocó la campana.

Luego de toda esta travesía fue una emoción muy grande que toque la campana. Siempre agradecida con Dios. Todos sus parámetros están normales. Él es el único que sobrevive de 22 niños que conformaban su grupo de tratamiento”, señala.

La quimioterapia, cirugía y radioterapia son los tratamientos más comunes que se aplican en el cáncer infantil. Foto: Jorge Guzman

A parte de acudir al médico, Anabel aconseja a los padres que están luchando junto a sus hijos contra el cáncer cambiar totalmente su alimentación si esta no contiene frutas y verduras. Afirma que el éxito de su hijo se debe a que como familia dieron un giro en este aspecto.

“Reconozco que en la alimentación fallé con mi hijo, en especial en los primeros años de su vida. Si él no quería ensaladas no se las daba o si quería golosinas en el almuerzo lo permitía. Eso cambió totalmente a raíz del cáncer. Actualmente mucha de la comida procesada tiene químicos y eso le damos a nuestros hijos. Les damos pan con jugo, un cake con leche chocolatada en vez de coladas, un verde cocinado”, dice. También aconseja darle apoyo emocional al niño y no mostrarse “destrozada” frente a él.

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Con esto concuerda Lorena Gordillo, cuyo hijo, Benjamín, fue diagnosticado con leucemia promielocítica M3 cuando tenía dos años y medio de edad. Al igual que Neyl, Benjamín presentó un pequeño cuadro febril y Lorena pensó que era consecuencia del crecimiento de sus dientes. Sin embargo, dos semanas después apareció un moretón bajo uno de sus ojos, su boca por dentro estaba lastimada y la fiebre volvió. Lorena llamó al doctor y el especialista les pidió que lleven al niño al día siguiente.

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Pero esa noche empezó a vomitar con sangre y tuvo diarrea con sangre. Todo el cuerpo se le llenó de moretones. Corrimos donde el pediatra y le hicimos los exámenes mientras él se desangraba. Nos dijeron que debíamos ir a Solca porque era algo grave. Junto a mi esposo nos derrumbamos y no supimos qué hacer”, dice.

El miedo que tuvieron hizo que no llevaran al niño a emergencias en ese momento y empezaron a buscar especialistas hasta que encontraron a un médico energético: “Nos pasamos casi todo un día con ese médico y toda la gente nos criticó, pero ese doctor nos ayudó a tranquilizarnos e hizo que Benjamín reaccionara y nos dijo que necesitábamos llevarlo al hospital, pero que nosotros debíamos estar tranquilos. Lo llevamos a emergencia”, afirma.

El albergue Soldaditos de Dios está ubicado en la ciudadela La Atarazana, en el norte de Guayaquil, cerca de Solca. Foto: Carlos Barros

Luego de una semana crítica los doctores definieron el tratamiento para Benjamín. Le esperaban tres años de quimioterapias para tratar ese tipo de leucemia que es rara y muy agresiva. Lorena afirma que cuando ella estaba “deshecha”, por lo que le esperaba a su hijo, apareció una mujer que le afirmó que ella tuvo leucemia de niña y que había sobrevivido.

Eso para mí fue un impulso porque cuando escuchas leucemia piensas que se va a morir. Luego empecé a tachar los días que faltaban para que Benjamín termine su tratamiento”, dice.

Para ella el apoyo emocional también es fundamental durante el tratamiento. Cuenta que mientras pinchaban a su hijo le decían que le iban a inyectar superpoderes o cuando estaba hospitalizado lo hacían jugar, llenaban de globos su habitación. “La alegría sube sus defensas y también empezamos una buena alimentación”.

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Ahora Benjamín tiene 10 años y ya superó la enfermedad. Tiene amigos, juega fútbol y monta a caballo. Solo se hace controles médicos anuales.

La quimioterapia, cirugía y radioterapia son los tratamientos más comunes que se aplican en el cáncer infantil. En las leucemias el rango de edad más frecuente es entre los 2 y 7 años. En Solca Guayaquil el 60 % de niños con leucemia se curan y el 12 % abandonan los controles, aunque pueden estar curados. En el caso de los linfomas, el 80% se recupera. (I)