Etsá llegó después de su vuelo perimetral alrededor de la pista de aterrizaje del aeropuerto Mariscal Sucre de Tababela, en el nororiente de Quito. El águila alemana había terminado su trabajo diario, y en su buche tenía su recompensa: un poco de codorniz o pollo crudo. Después fue trasladada a su habitación para que descanse hasta su próxima misión.

El ave forma parte del ‘ejército’ animal que evita que otros pájaros se impacten contra los aviones que aterrizan y despegan en esta terminal.

Meses después del inicio de operaciones (2013), el aeropuerto de Quito implementó esta estrategia para el Plan de Control de Fauna que deben cumplir por obligación internacional. Es el único aeropuerto de Ecuador que cuenta con este grupo de cetrería (cacería con aves rapaces entrenadas).

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Sin embargo, la misión de las siete águilas y dos halcones no es cazar a las demás aves, sino ahuyentarlas del área determinada por sus técnicos.

Luis Galárraga, gerente de Comunicación de la Corporación Quiport, señaló que este aeropuerto tiene varias estrategias para disuadir la presencia de aves. Uno de ellos es el uso de pirotecnia, esto se usa cuando se aproximan aves a gran altura. También la implementación de químicos que no son nocivos para los animales, pero repelen su presencia.

Pero, indicó que esta estrategia de la cetrería es la más efectiva y amigable con el ambiente. “En otros aeropuertos del mundo lo que hacen directamente es tener personas con escopetas que dan de baja a las aves, acá no”, argumentó.

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En el aeropuerto Mariscal Sucre, durante todo el 2021 reportaron nueve impactos de aves contra aviones. En lo que va del 2022, con más de 28.000 vuelos, únicamente han registrado dos impactos, y de estos, las aeronaves no resultaron afectadas para continuar con sus operaciones.

Desde Quiport informaron que el equipo de protección ambiental realiza monitoreos durante las 24 horas. Además, responde ante el reporte de la torre de control o de alguna tripulación en los aviones que pueda identificar una amenaza para las aeronaves.

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Diego Castro, coordinador de Ambiente de Quiport, puntualizó que el equipo está conformado por cuatro técnicos o halconeros. Siete gavilanes Harris, dos halcones peregrinos y dos canes (perros) que brindan soporte desde tierra.

Como medida preventiva realizan al menos tres recorridos diarios, verifican en el área perimetral a las pistas de aterrizaje y el área verde central.

Castro explicó que para la toma de decisiones al usar cetrería, pirotecnia o elementos químicos depende del tipo de ave que identifiquen. Por ejemplo, ante la presencia de gallinazos optan por la pirotecnia. Ante otros pájaros de menor tamaño, la cetrería es lo ideal.

En el sector han identificado otros gavilanes Harris, guarros, gallinazos negros y de cabeza roja, quilicos y tórtolas.

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QUITO.- Un halcón Peregrino con su adiestrador durante un entrenamiento. Nueve aves están entrenadas para localizar y ahuyentar a bandadas de pájaros que vuelan por el espacio aéreo destinado para los aviones. Foto: Alfredo Cárdenas

Una de las batallas comunes que enfrenta este ejército especial del aeropuerto de la capital es la migración de los ‘playeros de Baird’, una especie de aves que vuela desde el norte hasta el sur de América con la finalidad de aparearse y huir del frío.

Estos pájaros viajan en numerosas bandadas y la extensa área verde que rodea las pistas de aterrizaje son un punto que les llama la atención. En este caso actúan los canes, quienes están preparados para disuadir a las aves que se posan sobre el pasto, no las cazan.

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Los guardianes terrestres de cuatro patas también colaboran con la vigilancia de fauna terrestre. En la zona han encontrado zorros andinos, conejos, búhos terrestres, zorrillos, chucuris y comadrejas, todos ellos son retirados y reubicados en zonas de protección.

Además, para completar la seguridad de la terminal aérea, la cerca perimetral está enterrada 3 metros bajo el suelo y todos los drenajes y tuberías tienen mallas para evitar que los animales ingresen por los ductos y se pongan en peligro.

Así, este ejército silencioso vigila el especio aéreo y terrestre del Mariscal Sucre, un trabajo que demanda de entrenamiento y cooperación entre humanos y animales, pero que contribuye con el ambiente y la reducción de riesgos para las operaciones aéreas. (I)