Andrés Morales cuenta que tuvo solo horas de felicidad al creer que ahora entraría a la universidad pública sin rendir ningún examen como el llamado Ser Bachiller, que hasta enero del 2020 fue obligatorio para los alumnos de tercero de bachillerato de Ecuador, ya que representaba el 30% de la nota para graduarse y a la vez era el único requisito para acceder a un cupo en la educación superior gratuita del país.

Esto porque el martes 9 se aprobó en la Asamblea Nacional el texto final del proyecto reformatorio de la Ley Orgánica de Educación Intercultural (LOEI), en cuya décima séptima disposición general se indica que “los procesos de evaluación de estudiantes del bachillerato en ningún caso podrán ser considerados como mecanismos de admisión al Sistema de Educación Superior”, como ocurrió hasta enero del 2020.

Y aunque aún falta que el Ejecutivo muestre su conformidad o vete (parcial o totalmente) esta ley reformatoria (que modificaría casi el 80% de la vigente), los ‘festejos’ iniciales de alumnos y padres no se hicieron esperar. “Ya por fin no habrá esa prueba y ahora podré estudiar lo que quiera en la universidad”, decía Nancy Carrión, quien terminará el colegio en este año.

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Luego de una década se restituye en el Ecuador el bachillerato por especialidad

No obstante, se mantiene la prueba obligatoria para conseguir un cupo y entrar a la universidad pública. Este es otro proceso y está a cargo de la Secretaría de Educación Superior, Ciencia, Tecnología e Innovación (Senescyt), entidad que el miércoles 10 publicó un comunicado en el que decía que sigue vigente el examen de acceso a la universidad, ya que la educación superior se rige por la Ley Orgánica de Educación Superior (LOES) y, por lo tanto, no tiene ninguna afectación con lo que se apruebe con la LOEI (que rige la educación media, desde la etapa inicial hasta el bachillerato).

En las cuentas de redes sociales de la Senescyt se resaltaba que el comunicado surgió tras las “desinformaciones” que se generaron por una supuesta eliminación del examen de ingreso a la universidad.

“El Examen de Acceso a la Educación Superior (EAES) ha sido elaborado por las universidades y escuelas politécnicas del país para garantizar la pertinencia de sus contenidos y la calidad de la evaluación. Para el primer periodo académico de 2021, el EAES se aplicará el 24 de marzo”, rezaba parte del comunicado de la Senescyt en el que se indicaba que para obtener un cupo en la universidad pública además de la prueba obligatoria se toma también en cuenta la nota de grado y si el postulante está en situación de vulnerabilidad.

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También se resaltaba que desde abril del 2020 el examen Ser Bachiller ya no se usaba para fines relacionados con la educación superior.

Ya en febrero del 2020, la ministra de Educación, Monserrat Creamer, decía que los estudiantes de tercero de bachillerato rendirían dos pruebas: una que sería el examen de grado, que estaría a cargo del Ineval y con los estándares del Ministerio de Educación, y la otra para el ingreso a la universidad, que estaría a cargo de la Senescyt.

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Y a inicios de abril del 2020, con la pandemia del COVID-19 en curso, Creamer anunció que no se tomaría la Ser Bachiller.

Ser Bachiller se dividirá en dos pruebas, anuncia el Ministerio de Educación

En Ecuador, desde el 2014 se rendía la prueba Ser Bachiller, que en ese entonces reemplazaba a los exámenes de grado. Y antes, desde el 2012, era obligatorio dar el Examen Nacional para la Educación Superior (ENES). Luego, en el 2016 se unieron estas dos evaluaciones y se la conoció solo como la prueba Ser Bachiller, que daba la nota para graduarse y el puntaje para acceder a un cupo en la universidad gratuita.

¿Son necesarias las pruebas o procesos de admisión para entrar a la universidad?

Dos expertas en educación consultadas por este Diario consideran que pruebas como la Ser Bachiller terminaron volviéndose una limitante para los estudiantes, que no necesariamente reflejaban lo visto y aprendido en sus planteles. Para ambas, es fundamental y necesario que cada universidad establezca sus mecanismos o procesos de admisión y de nivelación con base en la oferta educativa. Esto porque hay falencias en los alumnos.

“En el acceso a las universidades, estoy de acuerdo que cada universidad debe generar su propio mecanismo de admisión, porque las universidades ofertan carreras distintas y en esa diversidad de formación que ofertan también hay estudiantes con distintos intereses con respecto a lo que quieren estudiar”, expone Lisbeth Pérez, directora de las maestrías del área de Educación de la Universidad de Especialidades Espíritu Santo (UEES).

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Expertos en educación consideran necesario que las universidades realicen sus propios procesos de admisión y de nivelación.

Agrega que la prueba Ser Bachiller al ser bastante estandarizada se suponía que debía estar relacionada al perfil del ingreso para las universidades, pero “en la praxis sabemos que no es así. No todas las carreras tienen los mismos enfoques”. Además, los resultados, que eran también vinculados a las pruebas de grado, no mostraban necesariamente lo que el estudiante sabía o aprendía en su colegio. “Y si no tenía buena nota sencillamente no podía acceder a la universidad pública”, incluso a becas de las universidades que también se otorgaban de acuerdo con el puntaje logrado en la prueba Ser Bachiller, recuerda.

“Tomar una prueba para ingresar a la universidad sí puede ser quizás en algún momento limitante para que el estudiante acceda a la carrera”, dice Susana Pombo, directora de la Carrera de Educación Inicial y Educación Básica de la Universidad Politécnica Salesiana de Guayaquil. Esto porque un alumno en el primer semestre puede ir asentando las bases que le “garanticen que está en una carrera acorde a sus habilidades y a sus destrezas”, menciona.

Para ella, son importantes estos periodos de nivelación, sin necesidad de una prueba obligatoria (como la Ser Bachiller), que puede servir para medir los alcances, logros y otros, al terminar el bachillerato. Esta nivelación (que puede ser con talleres o cursos cortos) permite también medir en qué situación llegan los alumnos.

Pombo explica que las pruebas siempre tienen una intención, “que es medir los avances y los logros de los estudiantes” y que esto da “indicadores para poder hacer correctivos, retroalimentar, tomar medidas y decisiones en relación con la formación que están teniendo los alumnos”. (I)