En los primeros meses del 2020 en gran parte del planeta se emitieron medidas restrictivas de circulación con el objetivo de frenar la propagación del virus SARS-CoV-2 que origina el COVID-19. Pese a las consecuencias de esta enfermedad en los humanos hubo un sector del planeta que ‘se benefició' de los efectos del confinamiento.

Animales retornaron a espacios en los que no aparecían hace muchos años, así como una mejoría de playas y ríos. En Ecuador, la investigación de este aspecto no se detuvo y el trabajo realizado se refleja en un estudio publicado el pasado 1 de julio en la revista científica Frontiers.

La investigación estuvo a cargo del oceanógrafo Franklin Ormaza, Divar Castro y Peter Statham. La revista lo agrupó con otros seis artículos destacados sobre el impacto del confinamiento en los océanos y costas regionales y globales.

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A través de encuestas en línea se buscó determinar por parte de ciudadanos que estaban cerca del mar si la calidad que percibía de las playas y aguas adyacentes había mejorado durante el confinamiento por COVID-19. Se seleccionaron cuatro localidades: Salinas, Manta, Puerto Baquerizo Moreno y Puerto Ayora. Ante esta situación se prepararon tres conjuntos de preguntas, en las dos primeras localidades eran prácticamente las mismas, pero en Galápagos varió levemente por encontrarse en una de las reservas marinas más importantes.

COVID-19 agrava la lucha contra marea de plásticos que impacta a especies y océanos

La primera encuesta fue de tipo de transversal y se la realizó en mayo del 2020 y la segunda fue en julio.

“La mayoría (97-99%) sugirió que las playas habían mejorado significativamente a partir de las observaciones visuales durante el confinamiento. En una escala de 1 (peor) a 5 (mejor), las playas de Salinas y Manta, respectivamente, fueron calificadas 2,2 y 2,8 (menos que aceptable) antes de la cuarentena, y 4,5 y 4,3 después; los resultados de la segunda encuesta (después de 18 semanas de restricciones) fueron muy parecidos. Las respuestas de Galápagos mostraron una tendencia similar, pero con diferencias menos marcadas”, se indica en el estudio.

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Ormaza explica que ante la situación que comenzaba a originarse por la pandemia de COVID-19, trató de buscar el lado positivo y pensó que si el problema de las playas está en la polución este debería haber mejorado como así lo evidenciaron. Remarca que uno de los problemas es la poca capacidad para el tratamiento de aguas domésticas en las localidades costeras, lo que ocasiona la contaminación de estos espacios. Inicialmente presentaron en un journal las respuestas que habían dado las personas y luego lo complementaron con datos técnicos a través de satélites.

En julio del 2020 se observaban alevines. Foto: Cortesía Franklin Ormaza

Uno de los fenómenos que detallaron los encuestados fue la presencia de especies marinas en mayor cantidad. La razón, la identificaron como la reducción de luminosidad y ruido en la costa.

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“Estos dos factores crean estrés, distracción, crean un impacto terrible sobre muchas especies marinas. La música que se produce muy cerca de la playa genera ruido realmente amenazante que eso hace que las especies se alejen de las costas y justamente en las costas es donde tienen los principales procesos biológicos primarios. Lo mismo ocurrió en Galápagos, un observador que estuvo en cuarentena en un barco evidenció mucho más avistamiento de tortugas, tiburones y ballenas y luego se corroboró eso con otras observaciones y reportes que se hicieron en la prensa internacional”, señala el investigador.

Si no paramos este tema, si no hacemos una reflexión, si no hacemos un ‘estate quieto’, que nos ha dado la oportunidad esta pandemia porque nadie se imaginaba que esto iba a ocurrir, es una oportunidad que nos da la vida y la naturaleza, si no aprovechamos yo creo que vamos a ir de mal en peor

Franklin Ormaza, oceanógrafo

A través de instrumentos satelitales de la NASA midieron los cambios temporales y espaciales de la clorofila, así como el coeficiente de atenuación de marzo a mayo.

“El coeficiente de atenuación difusa (Kd), que es un indicador de la turbidez de la columna de agua, se utilizó cuantitativamente para medir la transparencia del agua. Estos datos muestran que durante el mismo periodo en que los cambios de clorofila, la columna de agua en 2020 fue más clara que en 2019, excepto donde hubo floraciones costeras de fitoplancton”, se reseña.

Con estos datos se comprobó que fue más clara el agua y esto quedó registrado a través de varios videos. Uno de los factores que propició esta situación fue porque la costa ecuatoriana tiene una capacidad de renovación por las distintas corrientes que las limpian.

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Mejoría en especies

Ormaza manifiesta que tras el relajamiento de las medidas restrictivas y la apertura de las playas ha observado que retornó la contaminación a estos espacios y tras un nuevo confinamiento a principios del 2021 se volvió a evidenciar una mejoría. Cuenta que también varias especies de peces incrementaron su tamaño como la pinchagua.

Dentro de la investigación se recomienda la adopción de procesos de Gestión Integrada de Zonas Costeras, así como una mejora en la conciencia cultural de la calidad ambiental, incentivar un enfoque diferente del turismo de playa que también estimule un patrimonio cultural local.

El oceanógrafo explica que el turismo sustentable no debe generar impacto sobre el medioambiente y estar basado en información previa al efecto que puede provocar. Además destacó el recurso humano con el que cuentan las localidades para poner esto en marcha.

“Siempre ha sido el tema de que para el turismo sustentable no ha habido información previa porque ya se comenzó con este criterio ya que las playas estaban contaminadas, etc... pero ahora las playas volvieron a su sistema natural, se convirtieron casi en reservas marinas y es la oportunidad de tener la base de datos sobre la cual hacer estrategias de turismo sustentable”, refiere Ormaza.

¿Qué reflejaron las encuestas?

En la primera encuesta participaron 120 personas, mientras que en la segunda el número se incrementó a 195. En la respuesta sobre si la playa y el agua habían cambiado visualmente, el 99 % de los encuestados en Salinas dijo que sí, el 86 % lo dijo en Manta y el 73 % en Galápagos en mayo cuando se recopilaron las respuestas. Mientras que en julio el porcentaje no varió significativamente.

Mientras que el 47 % en Salinas señaló que las playas y el agua estaban más limpias, el 28 % que había menos plástico y el 25 % que el agua era más transparente. Para la playa de Manta, las respuestas eran 43, 35 y 22 % en el mismo orden. En el caso de Galápagos el 60 % en Puerto Ayora pensó que el agua era más clara que antes de la pandemia, mientras que en Puerto Baquerizo Moreno este porcentaje subió a 69 %. (I)