Marcelo López Seminario es un sacerdote de 49 años de edad muy conocido en Azuay por sus actividades pastorales y por mantener una opinión crítica y frontal frente a lo que considera mal. Cada domingo su misa es una de las más sintonizadas en Facebook Live porque se espera con ansias su homilía.

En la misa del último domingo su sermón se viralizó porque cuestionó en duros términos a quienes siguen haciendo y participando de fiestas en medio de la pandemia. Desde su parroquia, Santa María de El Vergel, comenta que seguirá en esa línea porque es una forma de generar conciencia sobre la mortalidad del COVID-19.

En Cuenca usted es conocido por dar su opinión sobre temas de coyuntura como política o problemas sociales mientras celebra la misa en El Vergel. ¿Por qué hablar de estos temas en medio de un sermón?

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Tenemos que entender que la eucaristía es la celebración de una comunidad en la que tenemos dos alimentos fundamentales, uno es el pan eucarístico que es la presencia real de Jesús y el otro es la alimentación de la palabra. Una palabra que tenemos que aterrizar y esa palabra se convierte en una luz, pero pretendo desde el evangelio iluminar algo que está pasando. No podemos hablar de ángeles, no podemos hablar del cielo, no podemos de cosas que no están acá en la tierra. Creo que la palabra de Dios nos sirve para la vida, para responder a las diferentes inquietudes personales y por supuesto sociales. Porque no hay un solo ser humano que viva fuera de las esferas sociales y de las realidades que nos atañen.

¿Creyente católico o no?

Todos, porque normalmente tendemos a separar las cosas. Cuando uno lee el evangelio, no con un criterio sesgado o de ataque, sino más bien de buscar en ella sabiduría, va a encontrar que los principios del amor, de la paz, de la verdad, de la justicia, no tienen nada que ver solamente en el sentido religioso, tienen que ver con cualquier ser humano de buena voluntad.

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¿Cree que tendrá algún resultado en la conciencia de la gente haber dicho “hay tanto, perdonen la grosería que voy a decir, tanto baboso, que por no aguantarse un mes o dos meses sin salir a bailar y a beber con sus amigos ha contagiado a una cantidad de gente y este virus se está volviendo algo infrenable?”.

El primer efecto es que a veces a la gente cuando se le habla duro y en un lenguaje común, de pueblo, de todos los días, entiende, es una manera de reflexionar. Creo que cuando se lanza sal al que no está herido no le va a arder, pero creo que el primer efecto es que arda al que está herido y eso sí hubo.

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Hubo gente que reaccionó positiva o negativamente, lo importante es que haga entender que esa es una realidad. Que tenemos personas inconsecuentes, inconscientes, poco previsivos. Hay otra que ha usado términos más duros, pero tal vez no han tenido esa reacción porque no fue un sacerdote el que lo dijo, pero incluso ha habido gente que ha llamado a esta gente a decir que son prácticamente asesinos, gente que está llevando la muerte sin ningún reparo a otros que son más vulnerables.

El segundo resultado es que se haya generado una conciencia de diálogo, yo sé que muchos estarán o no de acuerdo conmigo. No falta por ahí el que dice el que el sacerdote no debería haber hablado así tan fuerte, que Jesusito no habla así, pero yo cuando leo el evangelio me encuentro en un conflicto porque Jesús utiliza expresiones como “raza de víboras”, “hipócritas”, “sepulcros blanqueados”, entonces yo digo parece que no le han escuchado a Jesusito porque en el fondo generó un diálogo.

No hay cómo separar al sacerdote del lado humano, yo también me siento indignado porque tengo amigos, familia, compañeros, porque se me ha muerto un compañero, entonces como ser humano he expresado lo que muchos quieren decir. A Dios gracias a mí se me permite, por la gentileza de la gente que me escucha, abrir esta gran pantalla que significa las redes sociales. Pero cuántos médicos, cuántas enfermeras están indignados del dolor de no poder hacer nada y mirar cómo se llenan de horas incansables de trabajo, a veces para mirar morir y de pronto no pueden decirlo.

El decirlo de mi lado humano, de mi indignación, es recoger un poco la voz de todas estas voces que quisieran decirle al mundo eso, que si todos fuéramos responsables este virus, esta pandemia la podríamos acabar un poquito más pronto de lo que parece.

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A Dios gracias a mí se me permite, por la gentileza de la gente que me escucha, abrir esta gran pantalla que significa las redes sociales. Pero cuántos médicos, cuántas enfermeras están indignados del dolor de no poder hacer nada y mirar cómo se llenan de horas incansables de trabajo, a veces para mirar morir y de pronto no pueden decirlo.

Marcelo López Seminario, sacerdote

Los médicos ruegan a la gente que se cuide, los familiares de enfermos también, en Cuenca y en el país no hay suficiente oxígeno ni camas UCI para pacientes COVID, ¿hablar de esta manera a la gente hará que entiendan por fin la grave situación que vivimos?

Normalmente, hace algunos años, yo ya no hablo para tratar de convencer a todos. Ni Cristo que fue el único justo, dueño de la verdad, lo pudo, menos este pobre ser humano lleno de limitaciones. Pero sí sé que podemos tocar un corazón y esa misma tarde me llegó un mensaje a mi celular. Un joven de 19 años que había estado despotricando en su casa que se va a una reunión con los amigos fue escuchando la eucaristía y cambió automáticamente y dijo: “¡Mamá, tienes razón!, pero déjeme ir a este lado, voy a ir con mi ñaño”.

Hubo un cambio, se consiguió un resultado, yo creo que, si logramos cambiar, si todos hiciéramos eso, tratar de cambiar de mentalidad al menos con una persona sí sería un poquito mejor este mundo, este país y nuestra propia casa.

Con imagen de Virgen de El Cisne que sobrevoló Loja y Catamayo se bendijeron casas y hospitales

Pero lamentablemente el ecuatoriano, el latinoamericano si no le hablamos así no reacciona.

Nos encanta el mal proceder porque en el fondo creo que no somos hijos de la libertad. A la gente le encanta ser esclava de sus propias pasiones, de las leyes, de las normas y más bien actuar según la razón y la conciencia que es la libertad y hacer actos de libertad.

El hombre a la final hace actos de libertad y al final decide por lo uno o por lo otro y lo que yo decida siempre va a tener consecuencias, y no solo creo que es una realidad aquí, lo hemos visto en Europa.

En redes sociales su último sermón tomó fuerza. Hubo gente que lo apoyaba y otra que cuestionaba los términos y que en el templo también se pueden contagiar, ¿qué opina?

Para mí es… no diré de nuevo babosada para que no se sientan aludidos, pero diré que es el desatino más grande. Yo no puedo responder por lo que hagan en otro lado, yo respondo de lo que hacemos acá. El aforo es reducido al 30% y lo hemos reducido más a raíz de este pico, se observan estrictamente todos los protocolos de bioseguridad de desinfección. Yo estoy totalmente distanciado porque en todo caso si hay alguien vulnerable ahí es el sacerdote que se quita la mascarilla.

Por ahí había un desatinado que decía que se toma vino en la misa, pero de mi copa no estamos compartiendo como la copa de los que salen a beber en una esquina o una fiesta. Yo estoy en un ambiente en el que la gente me escucha, no es el ambiente de la fiesta en donde la gente tiene que gritar y a veces sin la mascarilla bota más saliva, es defender lo indefendible, la razón no pide fuerza. Nosotros no necesitamos policías, basta con la conciencia de la gente y se le dice ya no pueden entrar, se quedan afuera y la gran mayoría nos mira por redes sociales.

¿Un sacerdote entonces debe tomar partido por una situación o debe limitarse a explicar y difundir la palabra?

Por supuesto, yo creo que lo peor que podemos hacer es buscar la comodidad. Para mí sería muy cómodo no decir nada ante tanta gente que nos escucha, pero yo creo que nos sintonizan justamente porque decimos cosas que para bien o para mal tocan el corazón y la conciencia de la gente.

A quien le pueda hacer bien doy gracias a Dios, a quien de una u otra manera le ofendí, le pido perdón, pero le invito a pensar. Cuando yo les hablo de que se les va a morir un ser querido, los que más van a sufrir son ellos, a la final soy un vocero de quien nos quiere siempre bien que es Dios.

¿La iglesia local o mundial se ha planteado algún otro mecanismo para decir a la población que el coronavirus es un problema serio?

La Iglesia está muy observante del COE nacional y local, nosotros somos los primeros en respetar todas las disposiciones de ley que den las autoridades, no tomamos algo aparte, somos parte de la sociedad. Nuestro trabajo siempre será pensar en el bien de los demás. Si el cura no celebra, menos trabajo para nosotros, pero si uno piensa en servir no es pensando en la comodidad de uno.

CUENCA. El sacerdote Marcelo López dice reproducir la voz de quienes no pueden quejarse sobre los graves efectos del virus. Foto: Cortesía

¿Cómo le han ayudado las redes sociales a difundir sus mensajes? ¿Se considera un influencer?

Dice la gente que hago algo, pero no tanto eso, yo me considero un cura tonto, chiquito y feo. Mi tontera se ve iluminada por lo que Dios pone en mi palabra.

¿Usted se ha contagiado?

Dando gracias a Dios y siguiéndonos cuidándonos no. Sí me asusta, sí me da miedo, no le voy a decir que no, confío mucho en Dios, pero también me cuido, pero hay que seguir trabajando, él es el dueño de la vida.

¿Seguirá en esa línea crítica y de generar conciencia a través de los mensajes eucarísticos?

Trataré de hablar en lo posible, sé que muchas veces me equivocaré, también hablaré de cosecha propia, pero lo más apegado al evangelio. Yo dejaré de hablar lo que el evangelio me diga al corazón el día que me muera.

Mientras sea una persona útil y Dios me vea seguiré hablando, tratando de ser fiel a ese evangelio que sigo y por el que dejé mis otros proyectos de vida para sumarme a este proyecto de la Iglesia siendo sacerdote. (I)