CUENCA
Forzando las cerraduras, delincuentes ingresaron a la sacristía de la parroquia eclesiástica Fátima para llevarse el dinero recaudado por las limosnas que estaba en una caja fuerte. Se estima que entre monedas y billetes los antisociales se robaron cerca de $ 6.000.
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En la comunidad hay indignación y asombro porque los que se llevaron el dinero sabían dónde estaba la caja fuerte, pues fueron directo al botín sin hacerse notar por las cámaras de seguridad, según el sacerdote Ricardo Hugo.
El religioso explicó que el dinero recaudado es producto del aporte de la comunidad y que iba destinado a pagar los servicios básicos y el sueldo del personal administrativo que ahí labora. Como lo recaudado cada semana era un monto no muy alto, lo dejaron acumular desde febrero pasado.
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Cada martes, dentro de este lugar ubicado en el sur de Cuenca, se desarrolla una feria agroecológica y de artesanías para apoyar a los vecinos. María, una de las participantes, contó que llegó a las 05:30 y mientras esperaba que abrieran escuchó un ruido, pero no se percató de algo anormal. Cuando ingresó con otro compañero notaron que las puertas estaban falseadas y las monedas regadas sobre el piso de madera.
Vladimir Ordóñez, colaborador de la parroquia, contó que los ladrones forzaron la puerta principal, corrieron hacia la sacristía y accedieron a la caja fuerte usando, presumiblemente, una “pata de cabra”.
Apenas descubrieron el hecho llamaron a la Policía de ese circuito, quienes tomaron el procedimiento respectivo. Su anhelo es que pronto se descubra quiénes cometieron “este acto tan bajo”, afirmó.
El sacerdote también cree que los pillos sabían dónde atacar, pero que será complicado dar con ellos porque Fátima es una comunidad muy concurrida porque se brindan diferentes servicios de tipo social, médico y religiosos de lunes a domingo.
Pero más allá del perjuicio económico, Ricardo Hugo considera que con “la pandemia, con el sistema educativo que ha fallado y la crisis en las familias, los valores se han deteriorado”. Por esto cuestiona no solo el robo, sino el acto de haberlo sustraído de un lugar al que muchos consideran sagrado. (I)