Morona Santiago

Salir de la parroquia San Vicente de Zuñac no es una opción para María Chimbolema. A sus 73 años está aferrada a su tierra, pese a que vive cerca a un volcán en proceso de erupción. Cuatro de sus hijos ya viven cerca a la ciudad de Macas, pero ella, junto a su esposo quieren vivir en este lugar hasta su último día.

Ellos viven de la agricultura, la fuente de sustento con la que criaron a sus siete hijos. Durante estos años han tenido que lidiar con la ceniza volcánica del Sangay, con sus potentes estruendos.

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“Maíz, fréjol, col, naranjilla, de todo un poquito sembramos aquí, la ceniza sabe venir a amalear las hojas y sabe dañar, hasta el sambo se sabe podrir”, cuenta la mujer mientras mira las nubes que tapan la cúspide del volcán.

La provincia de Morona Santiago es la segunda más grande de Ecuador, en extensión. Tiene las poblaciones más cercanas al volcán, aunque muchos de ellos aseguran que han aprendido a vivir con esta montaña, declarada en proceso de erupción por el Instituto Geofísico, desde 2018.

Chimbolema, al igual que otros moradores, dicen que últimamente el volcán se escucha más fuerte y los estruendos son constantes.

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Por la zozobra de vivir cerca de este coloso activo hay unos habitantes que han tratado de alejarse. Una moradora de Zuñac que salió de este lugar es María Chacha. Sus ocho hijos lo hicieron primero, y para que no se quede sola, le llevaron de esta parroquia a la ciudad de Macas, a unos 40 minutos de distancia.

MORONA SANTIAGO.- Parroquia Zuñac, provincia de Morona Santiago, uno de los sitios que se ve más afectado por la caída de ceniza del volcán Sangay. Foto: Alfredo Cárdenas.

Actualmente cuida de los 20 nietos que tiene, pero de vez en cuando viaja a Zuñac. Esta población cuenta con un aproximado de 300 habitantes, todos se conocen.

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La mujer de 70 años comenta que siempre ha tenido miedo del volcán. Recuerda que cuando era niña existían temporadas de truenos y temblores todos los días. Después, ya con sus hijos, también ha tenido que escuchar los estruendos que emite la montaña.

“A veces se ve clarito en la noche lo rojo (lava) que bota desde la montaña, cuando no está nublado. Como somos campesinos, así con miedo íbamos a trabajar, porque sí tronaba fuerte. Vivimos poniendo la confianza en Dios, más no se puede hacer, que esperar su voluntad”, dice María Chacha.

Ángel Naula, presidente del Gobierno Autónomo Descentralizado (GAD) parroquial de Zuñac, señala que el sonido del volcán es similar a unos “grandes derrumbes” y mantiene con miedo a la gente, pero de a poco se va acostumbrando.

“Cuando éramos niños no sonaba así, no era ese ruido de ahora, es diferente, como si el volcán estuviera enojado (…) suenan como truenos cuando está lloviendo, pero durísimo y se ve lo que bota la lava del volcán”, señala la autoridad del sector.

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MORONA SANTIAGO.- Parroquia Zuñac, provincia de Morona Santiago, una de las poblaciones cercanas al volcán Sangay que tienen la llegada de ceniza y de donde se puede observar la lava saliendo, cuando está despejado. Foto: Alfredo Cárdenas.

En esta zona se producen los alimentos que se dan en la Sierra, sin embargo, la humedad del lugar permite su facilidad para la producción, aunque todos son pequeños agricultores.

Naula también agrega que la caída de ceniza, a más de afectar los cultivos, es perjudicial para el ganado vacuno, otra de las actividades a las que se dedican los pobladores.

Entre los pobladores no está claro un plan de evacuación en caso de erupción. Las autoridades reconocen que no hay un definido y lo que hacen es dotar de mascarillas a los pobladores cada vez que cae ceniza.

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Germán Chacha, presidente del GAD de la parroquia 9 de Octubre, una población de 700 habitantes, aproximadamente, cercana a Zuñac de Morona Santiago, señala que aunque no cuentan con un plan de evacuación, se mantienen en constante comunicación con el Servicio de Gestión de Riesgos de Macas.

“Hace meses no paraba de tronar y me llamaron de Macas porque decían que allá temblaban las casas, se trizaban los vidrios. Gracias a Dios acá solo tronaba fuerte, temblaban las casas, pero no más de eso”, recuerda el presidente parroquial.

En la parroquia Cebadas, perteneciente a la provincia de Chimborazo, también tienen miedo del volcán Sangay. Ángel Caranqui trabaja en una gasolinera, pero se dedica a la agricultura. Él comenta que la ceniza llega en gran medida a su población.

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“Sí se escucha todos los días, no tiene horario este volcán, una vez tapó todos los cultivos, ahí se perdió todo. Toca limpiar, sacudir las ramas para ver si se le puede dar a los animales, en el tema de las papas y frutillas eso ya es perdido”, cuenta el habitante de 36 años.

En la población ya no cultivan trigo y habas, por la constante caída de ceniza. Lo que prefieren cosechar ahora es la cebolla, porque no se afecta mucho por la ceniza, argumenta Caranqui.

“Si viniera la ceniza todos los días, como hace dos años, tendríamos que ir a otro lado, si erupcionara esto se quedaría tapado por completo”, expresa, asustado.

Así, entre el miedo de los habitantes y la curiosidad de los turistas, el Sangay continúa en su proceso de erupción. Junto al Reventador son los dos volcanes, de los 84 identificados en el país que tienen monitoreo constante por parte del Instituto Geofísico, ante cualquier alerta. (I)