Calderón, Quitumbe y los Valles son sectores de la capital donde los asentamientos informales se han vuelto una constante.
El bajo costo por metro cuadrado de terreno seduce a quienes sueñan con tener una casa propia.
Sin embargo, cuando escasean los servicios básicos y la respuesta de las autoridades es nula, los moradores se enfrentan a la cruda realidad: sus barrios no constan en el mapa oficial de la ciudad, y son ellos quienes deben financiar las obras públicas.
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“Por autogestión de los socios logramos realizar las obras que nos pedían para acercarnos a ese ansiado título de propiedad. Cuando tuvimos calles adoquinadas y alcantarillado, en 2017, empezó el proyecto para regularizar el lugar”, contó Victoria Cevallos, presidenta del barrio Lomas Santa Faz, en el sur de Quito.
Luego de una ardua espera de 40 años, Victoria dijo sentirse emocionada por haber culminado el trabajo de su padre, que falleció sin ver el título de propiedad por el que siempre luchó.
“En Lomas se beneficiaron 20 familias; en Nuestro Señor, otras 20. Y sumando algunas disidencias que también lograron regularizarse, seremos alrededor de 54 socios que nos sentimos orgullosos de lo logrado”, continuó.
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Durante la última crisis de agua potable —provocada por la rotura de la tubería de La Mica, que afectó a seis parroquias del sur— los barrios no regularizados sufrieron más.
El flujo del servicio fue intermitente y, en algunos casos, inexistente. El alcalde Pabel Muñoz fue enfático: “A los barrios donde el servicio demora en llegar, es porque no disponen de un título de propiedad, y el Municipio no puede invertir allí”.
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Este panorama lo conoce bien Édgar Quisilema, dirigente del barrio Santa Clara de Pomasqui, en la parroquia Calderón. Junto a otros vecinos, lideró una directiva que logró la regularización en 2024, tras ocho años de gestión.
“En el barrio no había casas, solo una calle, la Pío XII, y una iglesia. En 1995, los terrenos agrícolas se desocuparon y aparecieron los famosos lotizadores que empezaron a vender los metros cuadrados”, relató Quisilema.
El agua y la luz fueron problemas constantes: “Tenía que caminar distancias largas, llenar tanques y llevarlos en caballo. Estudié con velas y lámparas de queroseno”, recordó.
Hoy, ver los postes de luz encendidos y las casas con conexión eléctrica y agua lo llena de orgullo. “En mi barrio somos 51 lotes, unas 40 familias ya tienen escrituras. Esto dignifica a la sociedad”, agregó.
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Pero no todos tienen la misma suerte. Sergio Oyacoto, del barrio Curiquingue II, en la parroquia La Merced (Los Chillos), expresó su malestar: “Los cortes de agua son diarios, la luz es intermitente. ¡Esto es inhumano! Esperamos que a finales de este año podamos regularizarnos y tener derecho a los servicios básicos”.
En Pulida Alta, en el barrio Los Eucaliptos, María —una adulta mayor— aseguró que están por finalizar el proceso. “Hicimos las obras que faltaban y entregamos toda la documentación. Esperamos poder tener escrituras a finales de 2025”, dijo.
Actualmente, Quito ha reducido los asentamientos de 700 (en 2023) a 588. Sin embargo, 144 no se podrán regularizar por estar en zonas protegidas y 77 no cumplen los requisitos.
¿Cómo nacen estos asentamientos?
Geovanna Chávez, directora del programa Regula Tu Barrio, explicó que generalmente nacen cuando personas con grandes macrolotes los venden fraccionados, sin estudios ni permisos.
“El vendedor evita un trámite largo y entrega planos sin autorización. El comprador, por falta de información, termina viviendo en barrios que no existen legalmente”, dijo.
Cuando se adquiere en derechos y acciones, “se es dueño de todo y de nada”. Esto impide acceder a créditos y servicios básicos. “El Municipio no puede instalar agua ni luz porque no hay registros oficiales”, enfatizó Chávez.
¿Cómo convencen a las personas de comprar?
En Calderón, supuestos vendedores de bienes inmuebles se ubican en parques y lugares concurridos. “Ofrecen tours para mostrar los terrenos, incluso con refrigerios. Lo más preocupante son las facilidades de pago: con $ 50 se puede reservar un terreno”, comentó la funcionaria.
Muchos compradores pagan mensualmente bajo la promesa de una futura regularización, que pocas veces se concreta.
¿Qué se necesita para regularizar un barrio?
El alcalde Pabel Muñoz recalcó que solo los barrios mapeados por el Municipio y con al menos cinco años de existencia podrán ser regularizados. La prioridad será para los formados antes del 2010, según el Plan de Uso y Ocupación de Suelo (PUOS). Los requisitos son:
- Asentamiento consolidado (mínimo 35 lotes habitados).
- Acuerdo del 100 % de los copropietarios.
- Comité barrial inscrito en el Ministerio de Desarrollo Urbano y Vivienda.
- Presentación de un proyecto de subdivisión.
La asesoría corre por cuenta del programa Regula Tu Barrio. Actualmente, Quito todavía tiene 367 barrios no regularizados. De ese número, 24 ya cuentan con escrituras.
En mayo de este año y septiembre del 2024, más de 84 familias se beneficiaron con la entrega de títulos de propiedad. Estas corresponden a los casi 5.800 títulos que se han entregado desde el 2023, según cifras del Municipio de Quito. (I)