No hay parámetros para determinar cuál es el asambleísta ideal, dice Marcelo Espinel, director del Observatorio Legislativo de la Fundación Ciudadanía y Desarrollo, un proyecto que tiene ya varios años monitoreando la gestión de la Asamblea Nacional. Sin embargo, con base en el número de proyectos presentados, aprobados y asistencias a las sesiones plenarias sí es posible medir el rol que desempeñaron, en los últimos tres años, los legisladores que aspiran a la reelección por cuatro años más en febrero de 2021.

Son 37 los asambleístas que quieren repetir su mandato y que se inscribieron en el Consejo Nacional Electoral (CNE); de ellos 13 pertenecen al autodenominado bloque de la Revolución Ciudadana (RC); ocho al Partido Social Cristiano (PSC); seis de Alianza PAIS (AP); seis del movimiento CREO; tres que venían actuando en la Bancada de Integración Nacional (BIN); y, un disidente de Alianza PAIS (AP).

Los datos recogidos por el Observatorio Legislativo con base en la información difundida en la página web de la Asamblea Nacional determinan que, de los 37 legisladores aspirantes a la reelección, Manuel Ochoa (AP) presentó un solo proyecto de ley en tres años. Lo hizo en febrero de 2019 y aún no es calificado por el Consejo de Administración Legislativa (CAL). Pero es uno de los que menos ha faltado a las sesiones plenarias.

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Desde el 2017, Henry Kronfle (PSC) presentó dos proyectos; de ellos solo uno fue calificado por el CAL, el otro permanecen en la Presidencia.

En la lista de candidatos está Xavier Casanova (AP), que no ha presentado un solo proyecto hasta el 26 de octubre pasado, fecha del corte de la información. Pero a diferencia de los demás, él se principalizó recién en octubre de 2019 en remplazo de Soledad Buendía (RC), que está refugiada en México.

En cambio, Byron Suquilanda (CREO) ha presentado 20 proyectos de ley, seguido por su coideario Homero Castanier con 17 iniciativas; Marcela Holguín (RC), 16; Luis Pachala (CREO), 11 a igual que la exoficialista Karina Arteaga. Los demás tienen menos de 10 presentados.

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Respecto a las asistencias, la asambleísta Esther Cuesta (RC) consta como la que más faltó a las 1.079 sesiones del pleno registradas por el Observatorio, con corte al 26 de octubre; pues no asistió a 351 sesiones y en 34 estuvo su suplente; es decir que actuó en 694 sesiones.

Le sigue Arteaga, quien está procesada por caso 'diezmos' (pedido de dinero a sus colaboradores), con 322 ausencias; Juan Carlos Yar (AP) faltó 313 veces, su suplente lo remplazó 26; Ana Belén Marín (AP) no asistió 282 veces; Liliana Durán (RC) registra 253 ausencias a plenarias; en tanto, que Marcela Holguín, 208.

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Pero también hay casos donde la actuación de los suplentes casi iguala a la del principal; así, de 1.079 sesiones registradas, Henry Kronfle (PSC) asistió 529 veces y su suplente lo representó 448; también Dayllana Passailaigue (PSC) que acudió a 604 sesiones y su suplente 348 veces.

En la lista de candidatos a la reelección existe un grupo de nueve asambleístas que se principalizaron a medio periodo cuando los titulares renunciaron para participar en las elecciones para alcaldes y prefectos del 2019; también los que asumieron el cargo hace un año tras la destitución y por ausencia en el país de otros.

De ese grupo los que más han faltado a las sesiones son: Vicente Almeyda (PSC) y Silvia Vera (CREO); seguidos de Ronny Aleaga (RC); Esteban Torres (PSC) y Nancy Guamba (RC).

Espinel considera que para realizar una valoración de un asambleísta a más de las faltas y presentación de proyectos se debe mirar otras cosas, como los comportamientos en las votaciones.

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Por ejemplo, reflexiona el activista, Lourdes Cuesta llegó a la Asamblea de la mano de CREO (ahora se postula por el PSC), organización política que tenía un discurso de abrir el país hacia el comercio internacional con políticas económicas con un corte más liberal, pero ella rompió con el movimiento que la auspició cuando se votó por el artículo 292 de la Ley Orgánica de Comunicación que hablaba de proteger la producción nacional, que era algo incompatible con lo que ella le permitió llegar al poder.

Este tipo de cosas, añade Espinel, deben ser analizadas por el votante antes de depositar nuevamente la confianza en el legislador.

Para meditar el voto, según Espinel, el ciudadano ahora tiene mayores herramientas. Así, puede combinar los datos del Observatorio y las noticias de la prensa sobre los hechos de corrupción que involucran a los políticos y su comportamiento ético.

Espinel recuerda que para inscribir su candidatura, cada aspirante entrega su plan de trabajo y habrá que ver si cumplió para merecer una reelección. No existe la fórmula perfecta para saber quién es el mejor asambleísta, pero eso debe motivar a que el elector observe por quién votó en el 2017, y evaluar si vuelve a depositar su confianza en este. (I)