Por Gustavo Costa von Buchwald

El Estado inca se estableció apenas tres siglos antes de la llegada de los españoles, alrededor del año 1250 de nuestra era. Empezó, tal como lo definen algunos historiadores, como un pequeño curacazgo o señorío local, como tantos que existían en los Andes, cuya extensión no pasaría de las 50 hectáreas.

Para el año 1300, este señorío se une pacíficamente a otras etnias. El Cuzco habría sido, desde el inicio y con anterioridad a los incas, un centro ceremonial, por lo que fue el núcleo del Imperio inca.

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Pachakuteq Inca Yupanqui, gobernante (1438-1471)

Según el cronista mestizo Inca Garcilaso de la Vega, los gobernantes incas fueron en total catorce, empezando con Manco Cápac, gran señor, quien fue el fundador del Imperio inca.

La historia de Cuzco considera al inca Pachakuteq (1438-1471) el noveno gobernante del Imperio inca con mayor valor y prestigio.

Detalle central del mural "Historia del Qosqo", por Juan Bravo, hecho para la Municipalidad del Cuzco. El mural tiene como eje y figura central a Pachakuteq, como reconocimiento de ser el iniciador de la expansión inca, la organización del Tahuantinsuyo y el legado dado que perdura hasta la actualidad. Foto: Wikipedia.

Alrededor del año 1430 se produce la invasión de los chankas, vecinos y enemigos acérrimos de los incas, provenientes del norte; hoy, Apurímac. Entre los chankas y los incas se desató con gran violencia un conflicto territorial. El inca Wiracocha, padre de Pachakuteq, y sus hijos huyen ante el asedio de los chankas, y solo queda Pachakuteq para defender Cuzco. Después de dos batallas, Pachakuteq sale vencedor de ambas y es catapultado como inca. Nace el mito de que el dios Sol o Inti lo ayudó convirtiendo las rocas en soldados que pelearon a su lado.

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Pachakuteq o Pachakuti: este apelativo suele por lo general interpretarse como transformador del mundo’ (pacha = mundo). Otro historiador, Sarmiento, dice que debe interpretarse como ‘restituidor de la tierra’, tomando la palabra tierra en el sentido de ‘patria’.

El nuevo orden conlleva algunos cambios sustantivos con respecto al antiguo, en particular en la esfera religiosa y en la preponderancia de una nueva élite dirigente: relegamiento y no destrucción de la antigua élite. Pachakuteq inicia su gobierno bajo la tutela paterna del dios Huiracocha, que aglutina al jefe cuzqueño anterior, que era el inca Wiracocha, póstumamente convertido en parte carnal de Pachakuteq.

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Pachacúteq no tuvo ninguna duda de que el joven Túpac Yupanqui era el más capacitado de sus hijos para sucederlo en el poder (dibujo de Martín de Murúa). Foto: Wikipedia

Este inca Pachacúteq tuvo muchas victorias a lo largo de treinta años de campañas militares, y tuvo un plan de unificación del Imperio que nunca jamás se había visto. También creó reglas o mandamientos para todo el Imperio, para vivir en unidad: ama sua (no seas ladrón), ama llulla (no seas mentiroso), ama qella (no seas ocioso).

Se expandió territorialmente a los cuatro lados o suyos. Con el perfeccionamiento de la construcción pudo levantar templos para varias divinidades. Entre ellos tenemos a Sacsayhuaman, Qorikancha, Tambomachay y P’isaq.

El legado de Pachakuteq

El templo jesuita de la Compañía de Jesús (Cuzco) fue el palacio de Huayna Qhapaq. Foto: Shutterstock

Pachakuteq convirtió el incario provincial en incario imperial. Su labor fue continuada por su hijo Túpac Inca Yupanqui. Para el arqueólogo peruano Federico Kauffmann Doig: “Los cuatro suyos comprendían las cuatro regiones ubicadas a los cuatro puntos cardinales; estos constituían el país de los incas o Tahuantinsuyo, entre los paralelos 3 de latitud norte y 36 de latitud sur. Es decir, en los puntos geográficos con los nombres de Ancasmayo en la frontera ecuatoriano-colombina y Maule o Bio Bio en Chile”. Este fue unos de los legados de Pachakuteq al expandir el Tahuantinsuyo.

Todas estas áreas estaban conectadas por los caminos del inca, que existen hasta nuestros días, y la labor de los chasquis, que llevaban y traían mercadería y noticias de todas partes del incario.

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Muchas de las obras de Pachakuteq fueron destruidas con la entrada de los españoles a Cuzco el 15 de noviembre de 1533, algunas décadas después de la muerte de Pachakuteq. Los templos incas fueron convertidos en santuarios católicos en esa ciudad peruana. Por ejemplo, la catedral de Cuzco está sobre el palacio de Huiracocha; el templo jesuita de la Compañía de Jesús fue el palacio de Huayna Qhapaq; el templo del Sol fue el actual convento cristiano de Santo Domingo.