La Fragua de Vulcano destaca como uno de los hechos históricos principales en las intenciones independentistas de América ante el dominio del Imperio Español. Los ideales de libertad desembarcaron en Guayaquil a través de una reunión secreta.
El nombre de la reunión secreta, dado por José de Antepara, toma elementos de la mitología romana. Vulcano es el dios del hierro y forjador de las armas para los héroes mientras que la fragua era el lugar de trabajo para los metales.
Isabela Morlás, hija del reconocido político guayaquileño Pedro Morlás, solicitó una fiesta que sirvió de antesala para la reunión con los principales gestores de la independencia. Contó con participación directa de José de Villamil, José de Antepara y Ana Garaycoa en la organización.
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El evento contó con la presencia de jefes de batallones, pero la reunión independentista se realizó en una habitación apartada exclusivamente con personas que apoyaban los ideales de libertad para la ciudad mientras se desarrollaba el baile.
La sede del evento desarrollado a las 20:00 del 1 de octubre de 1820 fue la casa del general José de Villamil, ubicada en lo que hoy conocemos como Avenida Malecón y Elizalde, donde hoy se encuentra un parqueadero. A pocas cuadras se inauguró un monumento realizado por el artista español Víctor Ochoa en 2005.
La reunión se realizó en un contexto complejo ante la división de opiniones sobre la independencia en las fuerzas militares. José Joaquín de Olmedo no estuvo presente en la reunión ante la estricta vigilancia de los españoles por su apoyo abierto a la causa libertadora.
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Vicente Ramón Roca, Diego Noboa, Luis Fernando Vivero, Antonio y Francisco Elizalde, Francisco Lavayen, Manuel Fajardo, José Correa, Rafael María de la Cruz Jimena, Manuel Antonio de Luzarraga, León de Febres-Cordero, Luis Urdaneta y Miguel de Letamendi estuvieron presentes en la reunión que definió los pasos a seguir en la Revolución del 9 de octubre de 1820.
Febres-Cordero, Urdaneta y Letamendi eran soldados venezolanos pertenecientes al Batallón Numancia que se encontraban en Guayaquil tras ser expulsados de las milicias por sus ideales a favor de la independencia. Su estancia en la ciudad les permitió conocer a figuras políticas destacadas.
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Tuvieron participación activa en la revolución que consiguió la libertad del dominio imperial español y la constitución de la Provincia Libre de Guayaquil. Se trató del primer paso independentista de lo que hoy conocemos como la República del Ecuador. (I)