En su estudio “Hongos... Alimento del Futuro”, Miguel Armando López Ramírez, Biólogo del Instituto de Investigaciones Forestales de la Universidad Veracruzana, indicó que las especies de consumo de la familia Fungi suponen una fuente invaluable de proteínas de alta calidad.
“Los hongos poseen un contenido de proteínas que van desde un 20 al 40% de su peso seco (dependiendo de la especie, sustrato o tipo de cultivo practicado). Tal cantidad de proteínas los coloca por arriba de la mayoría de los vegetales, frutas y verduras que consumimos en nuestra dieta. Las proteínas de los hongos se consideran además como de alta calidad, debido a la cantidad de aminoácidos esenciales que las constituyen (de 16 a 21 aminoácidos), tomando en cuenta la necesidad diaria humana de adquirir en los alimentos 21 aminoácidos esenciales, necesarios para mantener nuestro cuerpo alimentado y nutrido adecuadamente”, explicó en su investigación.
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Sus orígenes se remontan a las civilizaciones prehispánicas, este organismo eucariota, que contenía propiedades estimulantes, medicinales y alucinógenas, se empleaba como ingrediente de consumo en la dieta diaria, pero también, se utilizaba en los rituales religiosos y de adivinación que realizaban los chamanes.
Las propiedades y múltiples beneficios de los hongos o champiñones los convierten en uno de los alimentos del futuro. Y a esto se suma, la posibilidad de modificarlos genéticamente en un laboratorio. Y es que los biotecnólogos pueden acortar los períodos de cultivo mediante el desarrollo de cepas de rápido crecimiento.
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Entre sus principales aportaciones se encuentra el poder combatir el cáncer. En un estudio del 2010 publicado en la revista Experimental Biology and Medicine, se evaluaron cinco tipos de hongos (maitake, cremini, portobello, ostra y botón blanco) y se descubrió que “suprimen significativamente” el crecimiento y la reproducción celular del cáncer de mama, lo que sugiere que estos hongos –muy comunes– pueden fungir como quimioprotectores naturales contra este tipo de cáncer.
Los hongos estimulan el sistema inmunológico, al igual que el beta-glucano, un tipo de azúcar que se encuentra en las células de las paredes de los hongos. El beta-glucano se encuentra en muchas especies de hongos, incluso en las más comunes, como los champiñones.
En general, los hongos no contienen colesterol, pero también son una buena fuente de quitina y betaglucano, que son fibras que reducen el colesterol. En un estudio del 2012, publicado por el International Journal of Medicinal Mushrooms, se encontró que las setas de ostra rosa reducen el colesterol total y el LDL (colesterol “malo”). Por otro lado, los hongos shiitake contienen un compuesto que ayuda al hígado a procesar el colesterol y eliminarlo del torrente sanguíneo. (I)