En los últimos días se dio a conocer la infección de COVID-19 del expresidente peruano Martín Vizcarra, pese a que este se había inmunizado en secreto.

Esto no ha generado alarma en la comunidad médica ni ha trastocado los planes de vacunación en los distintos países, ya que está dentro de las situaciones previstas. A través de los estudios clínicos, los laboratorios farmacéuticos habían detallado la eficacia que tienen las actuales vacunas.

En Ecuador se han aplicado hasta el 27 de abril 816.175 dosis de vacuna, de las cuales 595.699 corresponden a primera dosis y 220.476 a segunda dosis.

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La eficacia es una medida que se evalúa en ensayos clínicos para probar la funcionalidad del fármaco o biológico para prevenir lo que debe prevenir. En los ensayos, la vacuna de Pfizer/BioNTech registraba una tasa de eficacia del 95%, la de Moderna alrededor del 94%, AstraZeneca alrededor del 80%.

En lo referente a la efectividad, esta se mide en la población general como parte de un programa de vacunación para reducir las nuevas infecciones por el virus.

Hay personas que se vacunan, que se contagian, pero no desarrollan la enfermedad, pero sí tienen el virus en el organismo y pueden transmitirlo a otras personas y contagiarles, por eso la importancia de avanzar rápido con la vacunación y sobre todo a no descuidar las otras medidas de autoprotección.

Enrique Terán, especialista en farmacología molecular

El Ph. D. en Farmacología y profesor universitario Enrique Terán explicó que las vacunas que se han desarrollado hasta el momento no protegen por completo, y que esta se vuelve una estrategia adicional de protección.

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“Cuando nosotros escuchamos que la vacuna de Pfizer es 95% eficaz, en términos generales podríamos decir que, de cada 100 vacunados, 95 están protegidos de desarrollar enfermedad moderada, severa y muerte. No están protegidos de contagiarse, las vacunas todavía no previenen ese proceso de contagio, pero sí previenen el desarrollo de enfermedad severa y de muerte; entonces, el 5% puede, a pesar de recibir la vacuna, desarrollar enfermedad moderada, severa y muerte”, refirió.

El experto señala que se debe insistir en la importancia del control de la transmisión y que la vacuna se utilice como una herramienta adicional al proceso de control, ya que actualmente se da un mensaje opuesto.

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“Uno escucha con frustración que las personas dicen: ‘Ya me vacuné, entonces ahora puedo volver a mi familia’, ‘ya me vacuné, entonces me pueden visitar’. Todo lo contrario: aunque usted ya se haya vacunado no puede mantener todavía actividad social, no puede mantener contacto comunitario, porque se puede contagiar”, señaló.

Terán manifestó que se debe dejar que las vacunas actúen, es decir, que generen la respuesta inmunológica que se tiene prevista, y que no se expongan innecesariamente sin completar el lapso especificado, porque igual se pueden contagiar y diseminar el virus a quienes los rodean. (I)