Patricia, de 71 años, convive con diabetes e hipertensión desde hace más de una década. Hace poco sufrió un gran susto: dolor en el pecho, dificultad para respirar y una sensación de que su corazón no respondía como antes. Afortunadamente llegó a tiempo a un servicio de emergencias y pudo recibir atención que, sin duda, salvó su vida. Historias como la de esta adulta mayor, explican expertos, es la cara humana de una epidemia silenciosa: la cardiopatía asociada a factores de riesgo como presión alta, azúcar descontrolada, sobrepeso, entre otros factores.
La salud cardiovascular es un compromiso colectivo: familias, escuelas, comunidades y profesionales de la salud debemos unirnos para educar, prevenir y crear conciencia. Porque el corazón no espera. Y cada elección que hacemos -desde lo que comemos hasta cómo enfrentamos el estrés- marca la diferencia.
Por ello, cada 29 de septiembre el mundo entero vuelve su mirada hacia un motor incansable que late dentro de nosotros: el corazón. Ese órgano que nos acompaña desde el primer instante de vida y que, sin darnos cuenta, guarda silenciosamente nuestras emociones, alegrías, tristezas y sueños. El Día Mundial del Corazón no es solo una fecha más en el calendario, es un recordatorio de que el bienestar cardiaco no puede seguir siendo un tema pendiente. Porque cuidar del corazón es, en realidad, cuidar de la vida misma.
La amenaza silenciosa: hipertensión y malos hábitos
La hipertensión arterial, muchas veces silenciosa, es uno de los principales factores de riesgo. Detectarla a tiempo puede significar la diferencia entre prevenir un problema o enfrentar un evento grave. Lo mismo ocurre con el consumo de tabaco y alcohol, que debilitan al corazón y lo exponen a enfermedades que podrían evitarse con cambios sencillos en el estilo de vida.
Caminar, bailar, practicar deportes, comer más frutas y vegetales, beber suficiente agua, descansar bien y, sobre todo, aprender a manejar el estrés y la ansiedad son pequeños, pero grandes pasos hacia un corazón más fuerte. No se trata de pasar comiendo lechuga todo el tiempo o de entrenar como atletas, sino de encontrar un equilibrio que nos regale bienestar y vitalidad cada día.
¿QUÉ RECOMIENDAN LOS MÉDICOS?
- Control regular: chequeos periódicos de presión arterial, glucosa y colesterol.
- Estilo de vida activo: buscar una actividad física que guste y convertirla en hábito.
- Dieta equilibrada: moderar azúcares, priorizar verduras, proteínas magras y granos enteros.
- Evitar sustancias nocivas: reducir o eliminar tabaco y consumo excesivo de alcohol.
- Educación y apoyo: programas de rehabilitación cardiaca y educación para pacientes y comunidades.