Las personas con adicción a la cirugía plástica tienen una obsesión mental por verse “mejor”. Esto significa modificar sus cuerpos y aspectos faciales de forma extrema, al punto de la deformación. Especialistas han hallado que el origen se encuentra en las inseguridades subyacentes y los deseos por conseguir cierto aspecto específico, intentando adaptarse a un ideal de belleza autoimpuesto y que comúnmente se aleja de los cánones estéticos establecidos. Para conseguir este propósito algunas personas acuden a la cirugía para “superar” problemas psicológicos aún más profundos que sufren por diversos motivos y creen que los resolverán con el bisturí.