Cuando Toy Story 3 se estrenó hace un poco más de quince años, a la gente se le encogió el corazón tratando de recordar qué destino habían tenido los juguetes más amados de su infancia. ¿Los regalé, los boté, se quedaron en alguna otra casa?
El niño de la película, Andy, había sido un dueño cuidadoso que jugaba con todos ellos, les daba nombre y los integraba en sus historias. Verlo crecer y tener que regalarlos fue un momento significativo para todos, personajes y espectadores, por la conexión que se había formado entre ellos. Esos juguetes habían marcado su niñez. Ninguno le sobraba.
En cambio, “cuando (el niño) no establece un vínculo con los juguetes, estos sobran”, dice la psicopedagoga Marta Ycaza. ¿Qué hacer con ese excedente? “Algunos se pueden guardar para más adelante”, concede.
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¿Y si son demasiados, acumulados desde los primeros años? ¿Es conveniente hacer una minga de juguetes de vez en cuando? “¡Sí! Así como hacemos los adultos con la ropa, es mejor que la aprovechen otras personas a que se quede colgada en el armario”.
La idea de hacer una minga o recorte de juguetes de los niños no les hará mucha gracia a ellos; a los papás tampoco les hará ilusión, solo de pensar en el trabajo que les espera. Sin embargo, con un poco de colaboración, todos pueden salir ganando. Solo para enumerar unos cuantos beneficios: espacio, orden, enfoque, mejores actitudes y buenas experiencias.
La recién festejada época navideña ha dejado a muchas familias con los resultados de la abundancia; mientras que algunos pequeños reciben un juguete, otros tienen el favor de múltiples parientes y amigos y traen sus botines de las fiestas en la escuela y en el barrio. El resultado es que los juguetes nuevos y usados se toman la casa y algunos terminan capturando muy poca atención de los niños. Decorativos, pero no utilizados.
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¿Cómo escoger qué juguetes se quedan en poder de sus hijos?
Empiece por observar aquellos artículos por los que su hijo tiene preferencia. “Por ejemplo, los rompecabezas, si los arman uno tras otro, está muy bien que tengan muchos. O los libros. Si se leen, nunca es mucho”.
A algunos niños les gusta acumular ciertos objetos, como figuritas de colección. ¿Hay que apoyarlos? Ycaza dice que es relativo. “Si es una colección para tenerla en exhibición… no lo apoyaría tanto. Mejor apreciar lo que se tiene. Si eso de coleccionar objetos le apasiona, mejor que se los vaya ganando”.
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Después de todo, reflexiona, el filatelista o el coleccionista de arte lo son porque pueden darse ese lujo, porque buscan, investigan, hacen conexiones e invierten en ello, no porque se lo compran o se lo regalan. “Me inclino más por estimularlos con juguetes con los que puedan desarrollarse”.
Apreciar lo que se tiene y crear nuevas experiencias
Verenice Engracia, magíster en Educación y directora de primaria de Copol, invita a los adultos a pensar con seriedad en la cantidad de objetos materiales que se les da a los niños para diversión, bajo pena de terminar con un caso de acumulación.
“Hay que discriminar bien, para que los niños tengan mayor concentración y disfruten de los juguetes; que sea algo sencillo, que no permita el deslumbramiento de otros niños, que no surjan conflictos entre ellos por llenarlos de muchos regalos”. También hay que seleccionarlos con cuidado. ¿Qué características tiene este juguete? ¿Se orienta a las actividades que les gustan y les ayudan a los niños a procesar la concentración y la atención? ¿O los dejarán más dispersos?
“Últimamente, muchos niños están dispersos y limitados en su desarrollo, porque pasan de una distracción a otra y esto incluye la tecnología. Eso impacta negativamente en la organización de los niños y se lo nota en la escuela”. Ella propone modelar dos actitudes, la gratitud y la generosidad.
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“Primero, que desarrollen la actitud de aprecio por lo que tienen”. No solo bienes adquiridos, sino lo que se da por sentado. Ayúdelos a que se detengan y observen su entorno, el césped, las plantas, las nubes, el sol, la luna. Que sean más conscientes del día y la noche. Que para ellos el tiempo no pase desapercibido.
“Inicialmente, esto parecería aburrido; sin embargo, los niños le ponen mucha atención a, por ejemplo, el proceso de sembrar y ver crecer las plantas y obtener el fruto para prepararse un alimento”.
Juguetes para integrar, no para distraer
La siguiente propuesta es limitar la cantidad de juguetes. Y en caso de un inevitable exceso, como cuando un niño único recibe año tras año regalos de toda la familia, habría que organizarse para que no los tenga todos al mismo tiempo. “Que aprenda a disfrutar de uno, dos, tres, para luego ir rotando, para ampliar su imaginación a través del juguete”.
Engracia anima a los padres a no dejar a su niño a solas con sus juguetes en ambientes cerrados, en especial si son dispositivos tecnológicos o inteligentes. Sino sacar los juguetes al aire libre; regalar, más que un objeto, una experiencia y ayudarlos a vivirla.
Un niño constantemente solo, con sus juguetes y nadie con quien compartirlos, no es ideal.
La educadora reconoce que cada vez hay menos padres que puedan quedarse a tiempo completo con sus hijos o dedicarles un día entero. “Pero tenemos que hacer un esfuerzo por la niñez, para desprenderlos un poco del consumismo, para no tenerlos siempre enfrentados al nuevo producto que se vende; lo contrario sería distanciarlos de lo que hace más feliz a los seres humanos, que es el contacto directo con la naturaleza, con su entorno, con los árboles, con los paisajes, los pájaros, los animales”. Los entornos naturales siguen sus propios tiempos y nos hacen esperar, enseñándonos a lidiar con la frustración.
¿Cuántos son ‘muchos juguetes’?
En su libro Demasiados juguetes, el escritor estadounidense David Shannon presenta a Spencer, un niño que ha esparcido sus pertenencias por toda la casa, de modo que sus padres se tropiezan con ellas; no hay cómo usar el baño, el patio ni las escaleras.
Un día, su mamá le da una caja y le ordena que se deshaga de unos cuantos. Hay pataletas, discusiones y oposición, hasta que al final, el único juguete del que Spencer no se puede deshacer es la caja.
“Una de las cosas que afectan mucho a los niños es que la inmediatez los invade”, dice Engracia.
Porque en una época en que las tendencias parecen marcar la vida, los juguetes y productos para niños también se elevan y caen de los pedestales de la moda con rapidez. No en vano existen los canales de desempaque y recomendaciones que, extrañamente, más que animar a los niños a jugar, parece que los animan a imitar la conducta de comprar, desempacar y dejar a un lado para ir a la siguiente novedad.
Ocurre con las miniaturas, con las figuras de acción, con los muñecos de los estrenos de cine y con un elemento que conquista a los niños más grandes: las cartas coleccionables que les prometen que ganarán valor con el tiempo.
“Las familias caen en esta petición de los niños, impidiéndoles un desarrollo más coherente con lo que les espera”, esto es, un mundo en el que son esenciales las habilidades sociales e interpersonales, saber escuchar, procesar lo que los otros dicen.
También les hará falta aprender a usar los recursos que tengan a mano para salir de cualquier situación. ¿Por qué no animarlos a crear un juguete a partir de lo que encuentren en casa?
Cerrando etapas: hora de compartir los juguetes
Finalmente, para los niños es difícil aceptar que deben compartir. Algo útil es explicarles que sus juguetes, como la ropa, los zapatos o su cuna de bebé, tienen etapas. Están los que favorecieron su motricidad y exploración cuando eran infantes (carritos, bloquecitos), los que los estimularon a la socialización cuando eran preescolares (disfraces, cocinitas, juegos de construcción), los que les dieron seguridad, como los peluches. Pero de acuerdo a su edad, vendrán otros, y habrá que dejar ir los anteriores para que puedan servir a otros niños.
A compartir también se aprende por imitación. “Es importante que tengan un ambiente ordenado y simple”, recomienda Engracia. “Cuando los niños se dan cuenta de que el adulto da por convicción, se convencen también. La felicidad del otro ilusiona al niño. Se le explica con anticipación y se lo ayuda a participar de la experiencia. No es un trabajo fácil. Sin embargo, la vida está esperando que ellos dominen ese comportamiento”. (F)




































