Luego de cuatro años de mucho estudio, dedicación y esfuerzo, Samanta logró obtener su título universitario. Esta herramienta le permitirá crecer en su vida profesional, ya que con ella aplicó para un cargo de mayor rango en la empresa para la que trabaja desde hace 24 meses; ahora, después de algunas pruebas de conocimiento, está a punto de asumir sus nuevas funciones en el empleo que siempre soñó. Por fin ha llegado el día tan esperado para esta joven de 22 años.
En su nueva oficina le dan la bienvenida, le muestran el lugar en donde laborará, y de la nada irrumpen en su psiquis esos pensamientos incómodos: “¿Y si no estoy preparada para este reto?”, “¿y si cometo algún error y decepciono a los que confiaron en mí?”.
Para nadie es un secreto que comenzar un nuevo trabajo es como una gran aventura que, además de muchas responsabilidades, llega acompañada de una intensa mezcla de emociones.
Y es muy normal tener esa sensación cuando nos enfrentamos a lo que no conocemos, pero es ahí en donde entra en juego la confianza, esa gran amiga que siempre nos acompaña y que en los momentos difíciles nos dice: “Vamos, tú puedes con esto”, “para esto fue que te preparaste por tanto tiempo”, “¡ánimo, con tu perseverancia lo lograrás!”.
Para los expertos, la confianza no elimina de nuestras vidas los miedos, sino que los abraza y se convierte en esa fuerza que nos impulsa a dar lo mejor, a crecer, a aprender y a demostrar que sí somos capaces de alcanzar los objetivos que nos planteamos, aunque al principio el camino pueda parecer pedregoso. Confiar es creer que podemos dar el siguiente paso aunque no veamos el camino completo; es tener la convicción de que algo bueno puede surgir, incluso en medio de la duda.
Un pilar para la salud emocional
Para la psicóloga y coach motivacional Esther Morales, la confianza “es la apreciación que tenemos sobre nuestra capacidad para enfrentar los desafíos que se nos presentan en la vida” y enfatiza que -tanto en uno mismo como en los demás- este valor es uno de los pilares más poderosos e importantes para el bienestar emocional de una persona.
La especialista señala que la confianza no se trata de “creernos unos superhéroes a los que nada les puede afectar, sino de saber que, pase lo que pase, somos capaces de salir adelante, de ser resilientes”. Dice que confiar es como aprender a andar en bicicleta: al inicio hay dudas, desequilibrio, incluso caídas, pero con cada intento nos convencemos de que sí podemos. Explica que la confianza, así como ese primer paseo sin las rueditas de apoyo de la bici, no surge de la noche a la mañana, sino que se construye paso a paso hasta convertirse en esa fuerza que nos impulsa.
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Morales enfatiza que este valor se desarrolla desde la infancia, cuando nos encontramos en un entorno emocional sano en el que se recibe soporte, reconocimiento y límites claros por parte de los padres, los cuidadores y el círculo cercano que rodea a un menor.
La coach también menciona que la confianza se puede desarrollar en cualquier etapa de la vida, si es que esta no ha sido fomentada en la niñez. Indica que la confianza es como un músculo, que mientras más se lo ejercite, se vuelve más sólido.
Confiar en los procesos
“Confiar es creer y apostar en que, en medio de la incertidumbre, sucederá algo maravilloso. Y no es ingenuidad, sino resiliencia, ya que, en un mundo en constante cambio como el que vivimos en la actualidad, la confianza se nos presenta como esa ancla emocional para sostenernos”, dice la experta en motivación.
También asegura que “confiar en uno mismo es el primer paso para lograr cualquier cosa”, ya que la autoconfianza influye en cómo hablamos, en cómo nos relacionamos con los demás, en cómo trabajamos e incluso en cómo amamos.
Construir la confianza en uno mismo y con nuestro entorno es una lucha constante, llena de aprendizajes, victorias y también caídas. Por ello es importante reforzarla diariamente reconociendo nuestros logros, por más pequeños que sean; aceptando nuestros errores y aprendiendo de ellos; rodeándonos de personas que nos animen a crecer; y sobre todo hablándonos con más amor. “No se trata de tener el control de todo, sino de saber que, aunque se venga una tormenta, tenemos con qué enfrentarnos a ella con la seguridad de que vendrán días mejores, llenos de luz”, concluye Morales.