Cuando usted entró a la universidad, probablemente le pasó como a muchos de nosotros. Fuimos a sondear solos o con compañeros del colegio, decidimos una facultad o escuela pidiendo opiniones a amigos, profesores y familiares, nos inscribimos por nuestra cuenta, y poco después le comunicamos a nuestra familia que habíamos aprobado el preuniversitario o el examen de ingreso y que seguiríamos esa carrera (o no).

Y no volvimos a reportarnos con nuestros padres por el tema de las calificaciones, la asistencia o los atrasos, aunque ellos siguieron financiando esos estudios. La prueba de nuestro desempeño fue el día de la graduación. Pero para algunas familias, ese momento no llegó cuando esperaban, o no llegó, y fue una sorpresa.

Acompañe a sus hijos mientras descubren su vocación, sus aptitudes e investigan sus opciones de educación superior. Foto: El Universo

¿Se habría podido remediar con una mayor participación de los padres en la vida universitaria de los hijos? Consultamos con la máster en Educación y Comunicación Isabel Merino, directora de IDEA, Instituto de Enseñanza y Aprendizaje de la Universidad San Francisco de Quito, ¿necesita un joven adulto que mamá y papá lo guíen en su educación superior? Ella explica que esto depende de la etapa en que esté el estudiante:

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  • En el bachillerato. “Los padres tenemos que acompañarlos en la investigación, en ver alternativas, en fomentar inquietudes y dudas para que ellos sean los protagonistas de este proceso”, indica Merino. En este acompañamiento se involucran varios ejes. El primero es ayudar a que se conozca, identifique sus destrezas, sus fortalezas, investigue y se exponga al área que desea estudiar.
  • Al momento de elegir la carrera. Esta decisión no es solo del chico o la chica, es algo familiar, porque implica una inversión, una logística, y el rol de los papás es ser honestos y decirles hasta dónde pueden apoyarlo y cómo. “Vamos a hacer un presupuesto familiar para saber por dónde nos podemos encaminar”.
  • Una vez que el joven ha ingresado a la universidad, a la carrera que decidió, el acompañamiento será “un poco más prudente”. “Tratemos de no agobiarlos con muchas preguntas, cómo te fue, qué hiciste, qué dijo el profesor. Están cambiando de etapa y necesitan mucha paciencia de parte de nosotros”. ¿Qué hacer? Escuchar cuando quieran hablar. Estar pendientes de su desempeño, pero no pedir un reporte de notas, sino monitorear su estado anímico, su motivación con el aprendizaje. Si sus hijos van a mudarse de ciudad o de provincia, tenga aún más paciencia, porque van a dejar vivienda, cultura, clima y todos esos factores van a jugar en favor o en contra de una transición exitosa.

“Esto no es lo que quiero estudiar, me equivoqué”

Puede que en esa investigación o durante la transición la familia descubra que la primera opción no era la que más les convenía. “Si me doy cuenta en la búsqueda, es lo mejor que podría pasar. Y si ya arrancó el primer semestre y su hijo se da cuenta de que no era esa la mejor elección, no se lo haga ver como un fracaso. No lo es”.

Conversen y escuche sus argumentos. Pregúntele 1. por qué cree que no es su carrera. Hay argumentos que son válidos y otros que nos indicarán que tendremos que guiarlos a seguir luchando. ‘Es que el profesor es bravo’ no es un argumento, porque en todas las carreras vamos a encontrar profesores diversos, dice Merino. “Tampoco va a ser muy válido un simple no me gustó la carrera. Ni que le preguntemos qué va a hacer ahora y conteste: ‘No sé’. El joven motivado nos dirá: ‘No me gustó, pero investigué esto, se me ofrece esta otra carrera, veo que esta malla curricular va más hacia lo que yo estoy buscando’.

Si el chico está buscando cambiarse a una carrera totalmente distinta, tendrá que hacer de nuevo la fase de investigar y exponerse. Si quiere estudiar veterinaria, van a ir juntos a un centro especializado en animales para que pueda pasar un día y constate que es lo que quiere.

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El joven puede compartir sus logros o problemas con sus padres, pero no debería sentirse obligado a reportarse cada vez que le den sus calificaciones. Foto: El Universo

¿Hay posibilidades de que un padre tenga acceso a las calificaciones o registros de su hijo universitario? Merino piensa que no se puede generalizar, cada alumno tiene necesidades distintas, y la universidad puede estudiar la posibilidad de que la familia pueda tener actualizaciones, y que los padres que conocen a sus hijos decidan si es momento de intervenir, especialmente si están pasando por circunstancias emocionales por las cuales requieren mucho soporte, que también lo pueden ofrecer los departamentos de bienestar.

Sin embargo, lo más recomendable es dejarlos crecer. “A los papás nos cuesta soltar. Lo vemos cuando llegan los chicos con el papá a registrarse. Hay que dejarlos madurar, porque después viene la vida laboral”.

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Entonces, propone Merino, confíe en la capacidad de sus hijos. Ofrezca ayuda, pero espere a que la acepten o le digan: ‘Tranquilo, yo puedo’. “No todos los jóvenes avanzan al mismo ritmo. Yo hago un campamento de orientación vocacional, y hay chicos de 16 años que hacen todo el proceso solos, se matriculan, pagan. Y no conocemos a los papás. Otros necesitan más soporte. “Nuestro rol es decir: ‘¿Me necesitas, te acompaño?’”, y estar preparados para escuchar un ‘No, gracias’.

Su hijo no solo va a encontrar su futuro profesional en las aulas universitarias. Ese es el espacio y el tiempo en el que terminará de madurar de la adolescencia a la adultez, y empezará a ejercer su autonomía. Usted tenga en mente aquello en lo que todavía puede guiarlo, y una de esas cosas es la educación financiera.

Educación financiera para estudiantes universitarios

  1. Así como hay un presupuesto familiar, con la técnica recomendada del 50-30-20 (50 % para gastos fijos, 30 % para fondo de vacaciones o necesidades extras y 20 % para fondo de ahorro familiar), el joven puede tener un límite de expendio.
  2. Los padres pueden abrirle una cuenta para que use una tarjeta de débito. O crearle una extensión (con cupo limitado de una tarjeta de crédito), y explicarle que es su responsabilidad y que está destinada a sus necesidades de cada semestre.
  3. Usted no tiene que monitorear notas, pero sí puede llevar un control de los movimientos de las cuentas de sus hijos.
El manejo del dinero sí es algo en lo cual los padres pueden participar más activamente. Foto: El Universo

IDEA se encarga de acompañamiento docente, capacitar y dar estrategias pedagógicas y emocionales, y en las vacaciones crean talleres para los estudiantes de bachillerato puedan identificar la carrera adecuada para ellos.

“Los chicos vienen de sus instituciones con exámenes estandarizados en los cuales les dicen: ‘Tú eres muy bueno para matemáticas, entonces tienes que irte a una ingeniería”, pero no se les da una orientación integral en la que se analice el perfil profesional, sus fortalezas, sus habilidades, hacia dónde se proyectan en los próximos cinco años”.

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Un examen, dice Merino, puede ser una herramienta más, pero no es mandatoria para la toma de decisión. Los padres también participan de esta creencia, y piensan que llevar a su hijo a un test les dará la respuesta.

“Demos al chico espacio para que haga este recorrido de reconocerse y aprender a interpretar los resultados de los tests, pues las herramientas psicológicas son muy útiles, pero varían de acuerdo a mi preparación, mi exposición y el aprendizaje a lo largo de la vida; no puede ser utilizado como una herramienta definitiva”, alega la orientadora, “la vida no es así”, y agrega: “El perfil que las empresas buscan es de profesionales muy flexibles y dinámicos que puedan adaptarse, que estén prestos para cualquier tipo de cambio”. (F)