Evelyn Solano cuenta que cuando era niña recogía conchas en la playa de Salinas cada vez que iba con sus padres a este popular balneario de Santa Elena, Ecuador. Afirma que reunió tantas conchas y caracolas que confeccionó varios collares con ellos, aunque estos accesorios los fue perdiendo con el tiempo.

Sin embargo, ya de adulta, Evelyn leyó que retirar los restos de estos moluscos de las playas genera un gran impacto ambiental y perjudica a otras especies de animales, en especial marinos. “No tomé ni una concha más y trato de que mi familia no lo haga. Hablo con mis sobrinos sobre lo grave que es y que luchen contra la tentación de llevarse a sus casas una concha por sus colores o formas”.

Las conchas proporcionan carbonato de calcio que permite mantener estables los ecosistemas, aportando alimento para algunos animales y plantas. Además, las conchas ayudan a controlar la erosión del suelo y permiten que algunas algas, plantas, esponjas marinas se adhieran a estas.

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También son utilizadas como casa y protección de algunas especies. Al existir menos opciones, quedan desprotegidas contra depredadores. Entre estas especies se destaca el cangrejo ermitaño. Este crustáceo utiliza las conchas como armadura protectora y va cambiando su concha conforme su crecimiento vaya aumentando. Si no logra encontrar una concha más grande muere, indica un estudio de la organización One Sea.

Beatriz Almonacil, oceanógrafa y directora de Blue Wave Ecuador, afirma que cuando realizan campañas para la conservación del intermareal (transición entre el ambiente terrestre y marino) aprovechan para tratar el tema de la extracción de conchas en las playas de sitios como Ballenita.

Preguntamos ¿cuál es la función de la conchita en las casas?, decorar y ninguna otra. Sin embargo, en el ecosistema, aunque el organismo esté muerto como en el caso de las caracolas, sirve para especies como el ermitaño. Este cangrejo conforme va creciendo necesita una caracola más grande para ocupar. Ellos pelean entre sí para ver quién se queda con la caracola más grande, ya que esta les permite seguir creciendo”, dice.

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En tanto, las conchas se fragmentan con el oleaje formando las playas de conchilla y estas ayudan a evitar la erosión de las playas. Cuando hay aguajes y se registra retirada de arena se queda la conchilla porque es más resistente: “En la playa de Salinas hay una parte que todo es conchilla, en Ballenita también hay zonas con conchilla dependiendo de los oleajes”, indica Almonacil.

Las playas de conchillas no suelen gustar a los turistas y prefieren balnearios “inmaculados” con solo arena, por lo que en ocasiones las autoridades utilizan maquinaria pesada para retirar conchas, plásticos y otros residuos. Esto es parte del pensamiento que tiene impregnado el visitante sobre lo que son las playas.

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Piensan que son lugares donde solo se va a divertir, beber, comer y no como ecosistemas que hay que proteger, como la casa de otras especies a la que vamos de invitados. Comen los bollos y arrojan los plásticos, se llevan las conchas. Además, en ciertas ocasiones los turistas usan vehículos en las playas y esto también destruye estos ecosistemas. Pensamos que la playa es un centro comercial. Esa mentalidad es la que hay que cambiar con educación ambiental”, añade Almonacil.

La experta indica que en el intermareal rocoso habitan al menos quince especies. Una de ellas es la anémona, que cuando la marea baja se queda expuesta a depredadores y a la insolación, por lo que utiliza pedacitos de concha para protegerse –ya que su estructura es blanda– hasta que la marea suba.

Los gusanos tubícolas también usan pedazos de conchas para proteger su estructura. Además, las colonias de poliquetos están hechas con granos de arena y de conchilla, y cuando este organismo abandona estas estructuras, que son similares a rocas, son utilizadas por otras especies como la pulga de mar.

La mayoría de turistas no sabe esto y piensa que en las playas solo hay rocas y cangrejos, pero hay mucha vida”, dice Almonacil.

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Si bien en Ecuador no hay estudios detallados sobre el impacto que ha generado que los turistas se lleven conchas y caracolas de las playas, investigaciones en ecosistemas marino-costeros en zonas como la Florida, en Estados Unidos, afirman que la cantidad de conchas y caracolas en las playas ha disminuido considerablemente en las últimas décadas. (I)