Las diminutas plantas de manglar rojo que se han sembrado desde el 2017 en el sector conocido como El Limbo, en el noroccidente de la isla Puná, ahora alcanzan los cuatro metros de alto. Su verdor contrasta con las plumas blancas de garzas, fragatas y otras aves que se posan en una especie de playa que se forma cuando la marea baja, atraídas por la abundancia de organismos que crecen en medio de raíces, tallos y hojas.

Esta nueva área de manglar rojo consta en el plan de reforestación que impulsa DP World, la empresa concesionaria del puerto de aguas profundas de Posorja, como parte de las acciones de remediación por la tala de 10 hectáreas (ha) de mangle que implicó la construcción de esa terminal comercial hace varios años. Se han sembrado 60 ha y en la actualidad se trabaja para llegar a una meta global de 100 ha en hasta cuatro años.

“Nosotros como institución global nos hemos enfocado en la creación de ecosistemas de manglar y desde ahí todas las actividades que se desagreguen, como has visto, el apoyo a los pescadores artesanales, fomentar actividades turísticas, todo lo que se relacione con el manglar”, refiere Paúl Simball, coordinador del área de sostenibilidad de DP World.

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Una fragata, en el sector El Limbo, en Puná. Foto: José Beltrán Foto: El Universo

La mañana de este lunes 27 de septiembre, varias lanchas llevaron a voluntarios, directivos y autoridades civiles al sector de El Limbo. Tras una hora de viaje por el golfo de Guayaquil, las embarcaciones llegaron a ese ecosistema en recuperación. Grupos de cuatro o cinco personas que usaban trajes blancos dejaron las lanchas para ingresar al área que recibiría las dos mil plántulas de mangle de dos meses de edad.

“Miren”, dijo uno de los voluntarios, que gateaba en el lodo para evitar hundirse, al sorprenderse por el paso de un cangrejo azul, inquieto por la presencia de los humanos. Las aves que posaban en el sector se alejaron un poco hacia una zona alta, desde donde observaban el vuelo de dos drones.

Vida en el lodo

El ministro del Ambiente, Agua y Transición Ecológica, Gustavo Manrique Miranda, también dejó una de las embarcaciones, la cual empujó cuando la marea empezó a bajar, para acercarse a un montículo de lodo donde depositó varias plántulas. También gateó.

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“Vendremos en un tiempo para ver cómo están las plantitas”, comentó y dijo bromeando: “Voy a traer a todos los ministros” para que ayuden con la siembra.

El ministro del Ambiente, Gustavo Manrique, participó de la siembra de mangle en actividad de DP World, en el golfo de Guayaquil. Foto: José Beltrán. Foto: El Universo

“El manglar tiene muchos servicios ecosistémicos para el país, para las personas que viven de lo que puede dar. Hay 160.000 hectáreas protegidas mediante usos y concesiones, que dan servicios como la producción de cangrejos y conchas, pero además la protección que da a las ciudades”.

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Julio, uno de los voluntarios que participaron en la actividad, comentaba a sus compañeros que lo rodearon varios peces mientras sembraba las plántulas: “Puedes ver renacuajos, hasta cangrejos grandes”.

Una de las actividades que tiene potencial en estos sitios naturales es el turismo vivencial, comentaron funcionarios y voluntarios durante la jornada, en la que también participó la fundación Calisur, organización que agrupa a pequeños camaroneros, cangrejeros y pescadores artesanales, que desde el año 2009 ha sembrado más de 3,5 millones de plantas de mangle rojo en el país.

Actividades contracorriente

José García, técnico de Calisur, cuenta que mientras se realiza este tipo de actividades hay un sinnúmero de áreas en el golfo de Guayaquil afectadas por la tala del manglar, debido en su mayoría a actividades relacionadas con siembra informal de camarón. “Con retroexcavadora hacen una zanja, talan el mangle y tapan (cualquier rastro) con el lodo”, detalla García.

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EL UNIVERSO publicó semanas atrás el artículo ‘La depredación del manglar en el golfo de Guayaquil, hábitat del cangrejo, no cesa pese a esfuerzos’, en el que se reseñó que el país ha perdido progresivamente su cobertura de manglar.

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Según los registros disponibles del otrora Centro de Levantamientos Integrados de Recursos Naturales por Sensores Remotos (Clirsen), que cita el Ministerio del Ambiente en su portal web: “En el año 1969 había en el Ecuador 202.201 hectáreas (ha) de manglar. En el año 2006 se registraron 148.230 ha”. Aproximadamente 54.000 ha se perdieron en ese periodo.

Por otro lado, la Alianza Global de Manglares, una iniciativa que articula acciones entre Gobiernos, organizaciones no gubernamentales, científicos e industria, publicó el informe El estado de los manglares del mundo 2021, en el que se alerta de la pérdida de cobertura en Ecuador. Y lo señala con un punto rojo. Según el mapa de Global Mangrove Watch, la reducción asciende a 6.270 ha, entre 1996 y 2016.

Para combatir la tala de esa cobertura vegetal, el Ministerio del Ambiente se apalanca en las comunidades que, en muchos sectores del país, cuentan con acuerdos de custodia para la conservación de zonas de manglar. No obstante, comuneros se han quejado de una supuesta falta de seguimiento gubernamental de las denuncias que han presentado por casos de deforestación. (I)