Cuando Luisa murió de un infarto de miocardio a los 50 años, sus hijos se preguntaron cómo podía haber sucedido tal cosa. Su madre practicaba deporte, no fumaba y no comía apenas grasas. Fue una noticia totalmente inesperada. Lo mismo les sucedió tras el diagnóstico de esquizofrenia en otro familiar, el cual no tenía ningún antecedente ni factor de riesgo.

Estas historias, familiares para muchos de nosotros, suceden a menudo y nos hacen preguntarnos dónde está el origen de las enfermedades. Seguramente ya habrá leído sobre muchos factores que intervienen en su desarrollo. Uno con más investigación a la espalda y otros todavía con un largo camino por recorrer.

Hoy nos centramos en otra hipótesis que propuso Barker en la década de 1980 y que todavía sigue siendo objeto de muchas investigaciones en el mundo: la programación fetal.

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Según dicha hipótesis, muchas enfermedades como el infarto, la esquizofrenia, el autismo o, incluso, el cáncer, parecen tener parte de su origen en las vivencias que tuvimos antes de nacer.

Se trata de un proceso de adaptación por el que la nutrición y otros factores ambientales alterarían las vías de desarrollo durante el período de crecimiento prenatal. Según dicho proceso, estos factores podrían inducir cambios en el metabolismo postnatal y la susceptibilidad de los adultos a la enfermedad crónica.

No obstante, recordemos que hay otros muchos factores que también podrían influir en el desarrollo y evolución de estas enfermedades, los cuales tienen que ver con aspectos que se dan a lo largo de nuestra vida. De hecho, todavía queda mucho camino por recorrer para descomponer todos los agentes que intervienen en el avance de este tipo de afecciones.

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¿Qué factores podrían influir en la programación fetal?

Según este proceso, cuando una mujer está embarazada, gran parte del entorno en el que se desenvuelve podría afectar directamente al desarrollo del feto que está en su útero. Funcionaría como una “huella dactilar”: algo imborrable, algo único en cada uno y una de nosotros y nosotras.

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En este contexto podríamos incluir muchas variables. Desde estrés psicológico a contaminantes, pasando por el tipo de alimentación o el ejercicio físico que se realice durante el embarazo.

Según el proceso de programación fetal, todas las vivencias, experiencias (psicológicas y biológicas) que rodean a una mujer embarazada podrían influir en el bebé que se está gestando. Esa influencia, esa huella, podría perdurar para siempre. Es decir, desde antes de nacer hasta que esa persona ya es anciana.

Programación fetal y enfermedad cardiaca

En el libro titulado Programación Fetal: ambiente de crecimiento y desarrollo prenatal, coordinado por el autor principal de este artículo, se describe minuciosamente este proceso, basado en estudios epidemiológicos y experimentales realizados en animales y humanos.

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Este explica que hay diversas afecciones que se programan antes de que nazcamos, tanto psicológicas como físicas. Al principio de este artículo se nombraban algunas, pero la lista puede ser muy extensa.

Diversos estudios apoyan esta hipótesis en relación, por ejemplo, al desarrollo de enfermedad cardiaca. Aunque estas enfermedades son multifactoriales, los factores que influyen en la programación fetal podrían ejercer una fuerte influencia. Así lo confirman algunos estudios que proponen que la genética podría influir también en la aparición de infarto agudo de miocardio.

Afecciones mentales que se preparan desde el embarazo

Respecto a las enfermedades mentales como el autismo o la esquizofrenia, la teoría explica que la exposición prenatal a una amplia variedad de infecciones virales y bacterianas, o simplemente inflamación, puede alterar sutilmente el desarrollo del cerebro fetal, lo que lleva a consecuencias neuropsiquiátricas para el niño en el futuro.

No obstante, clínicamente, la detección de estas sutiles lesiones en el cerebro fetal es difícil. Por lo que es necesaria más investigación para confirmar estos resultados.

En la misma línea de las enfermedades psicológicas, destacan el trastorno por hiperactividad con déficit de atención (TDHA) y su relación con el estrés que sufrió la madre durante el embarazo. Partiendo de la hipótesis de la programación fetal, las personas que en su adultez tienen esta afección debieron sufrir el estrés de sus gestantes durante su desarrollo prenatal.

Es decir, durante el embarazo, la madre debió sufrir mucho estrés. Por eso, sus bebés, de alguna manera, se prepararon para poder hacer frente a ese estrés y sobrevivir cuando nacieran.

De este modo, aquellos bebés que están expuestos a altos niveles de estrés durante el embarazo podrían tener una probabilidad algo más elevada de tener TDHA.

Sin embargo, aunque parezca una estrategia brillante de supervivencia, esto genera un problema si el futuro ambiente en el que viven estas personas no es estresante ni altamente demandante. Por lo que esa estrategia evolutiva a veces resulta no adaptativa.

Efectos de la nutrición materna en el desarrollo del embrión

Por su parte, los estudios basados en la hipótesis de la programación fetal también han buscado la relación con el desarrollo de obesidad.

No hay duda de que gran parte del aumento de la obesidad se puede atribuir a factores del estilo de vida, como el consumo excesivo de alimentos ricos en energía y la disminución de la actividad física. Sin embargo, la hipótesis de los ‘orígenes fetales’ se describe como una explicación adicional para el aumento de las tasas de la obesidad.

A esta decisión durante el desarrollo del feto, se adaptan cada uno de sus órganos, incluido su cerebro, a modo de técnica de “supervivencia”, según se indica en el libro citado. Es decir, el bebé se “prepara” para salir adelante en un ambiente demandante. Pretende estar alerta a cada uno de los estímulos de su alrededor para que nada pase desapercibido.

No obstante, estos son todavía los primeros pasos para comprender el problema subyacente. Es preciso destacar que, aunque las vivencias que se dieron durante el embarazo podrían influir en el posterior desarrollo de enfermedades, esta programación puede modificarse a lo largo de nuestra vida, con lo que es muy importante tener una vida saludable para reducir el impacto de la programación fetal.

Repercusión del daño fetal en la adultez

Las circunstancias que rodean a una mujer embarazada y que moldean el organismo del bebé son diversas. Por ejemplo, según un estudio de la Universidad de Maryland, aquellos bebés que se desarrollaron durante la pandemia de gripe española de 1918, al hacerse adultos tenían más probabilidad de morir antes de tiempo de infarto agudo de miocardio.

Así, se supone, por ejemplo, que la exposición materna a una pandemia como la actual podría producir una impronta en el organismo del bebé.

Por otro lado, la exposición materna a contaminantes ambientales también podría intervenir en las enfermedades que tendrá ese bebé a lo largo de toda su vida.

Ciertos contaminantes afectan directamente al desarrollo del sistema. Así, podrían aumentar la vulnerabilidad a padecer ansiedad, problemas con la inhibición de la conducta e incluso alteraciones del aprendizaje y de la memoria.

Primeros pasos hacia un embarazo sin riesgos

Por su parte, las técnicas de reproducción asistida, la violencia de género, las alteraciones nutricionales y la actividad física durante el embarazo son algunos de los problemas que también podrían alterar el normal desarrollo fetal y producir individuos con una mayor probabilidad de sufrir algunas enfermedades en el futuro.

Por último, es interesante resaltar que, según este proceso, la programación fetal podría saltar generaciones. Es decir, si una mujer embarazada sufre violencia de género durante el embarazo, las consecuencias negativas podrían dañar no solo a la propia mujer y su bebé, sino también a sus futuros nietos.

En relación al proceso abordado a lo largo de este artículo, la programación fetal, hay aspectos que aún necesitan estudiarse, como cuál es la implicación de la placenta en este proceso, sus efectos en diversos países y el papel de las características sociales y biológicas en cada enfermedad.

Deben investigarse las posibles implicaciones para el desarrollo, el diagnóstico y la terapia de las enfermedades genéticas humanas. Pero es alentador tener conocimiento de la existencia de este proceso. Si cuidamos la salud de las mujeres embarazadas y el proceso del parto, aumentará la probabilidad de que su propia salud y la de sus bebés sea la mejor posible. Con este conocimiento, podríamos poner mayor énfasis en la prevención de infecciones prenatales.