Cuando tenía 46 años de edad, Dante Bolcato estaba algo cansado de su monótona vida como terapeuta en psiquiatría en su natal Boloña. Solo tenía un sueño que le generaba entusiasmo: elaborar un perfume perfecto que, al aspirarlo, provoque una profunda sensación de tranquilidad. Y ya tenía un nombre para esa esencia: se llamaría Paz.

Ese anhelo permanecía latente en su mente y corazón, pero como una ilusión lejana que simplemente le dejaba un cálido abrazo de esperanza. Lo que sí pudo decidir con premura era cambiar de profesión para involucrarse como consultor de imagen en la industria de la publicidad. Así siguió con su rutina, aún monótona, hasta que una campaña para promocionar una crema anticelulitis lo motivó a emplear la tagua como imagen. “En internet vi que la tagua más dura estaba en Manabí”.

Para conocer mejor ese producto viajó al Ecuador en enero del 2000, coincidiendo con las protestas ciudadanas que terminaron con el derrocamiento del entonces presidente Jamil Mahuad, así que en medio de problemas de transporte se dirigió a Puerto López.

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El compañerismo es componente de quienes practican la pesca en Puerto López. Álex von Buchwald (i), actual campeón del torneo organizado por el Municipio; Dante Bolcato, aficionado a esta actividad y propietario de El Artesan, local que comercializa palo santo, y el capitán Blanco, guía especializado para esas capturas. Foto: Moisés Pinchevsky. Foto: El Universo

Y desde el primer amanecer comenzó a cambiar su percepción de la vida. Sentado frente al océano se percató de que las brisas marinas mantenían en vuelo a las gaviotas sobre el océano, lo cual consideró no es común en todos los destinos costeros, provocando una constante renovación del aire. “Pensé que vivir aquí era como estar en una clínica o tomarse un medicamento… es un lugar sagrado”.

El segundo día observó el agitado movimiento en el mercado de pescados y mariscos. “Yo trabajé con Médicos sin Fronteras en África, así que conocí la extrema pobreza. Pero aquí era todo lo contrario. Había abundancia. Todos podían comer. Los pescados se caían de las gavetas”. En ese ambiente en que los recursos aparentemente satisfacían las necesidades de todos, sin que haya mayores diferencias socioeconómicas entre los pobladores, alejaba los conflictos. “Me dije que debía ser un lugar donde la gente es buena. Si hay comida, no hay delincuencia. Donde hay equilibrio, hay paz”.

Y al tercer día, motivado a aprender algo de la cultura local a través del idioma, comenzó a apuntar cuáles eran las palabras que más escuchaba entre los pobladores. Estas fueron dos: “más o menos” y “ya mismo”. Eso le mostraba que en Puerto López no existía una percepción rígida del tiempo, con una tolerancia que se explicaba como consecuencia de la abundancia. “Tiempo y espacio que no existen… No importa a qué hora sale el bus, a las 08:00, a las 09:00, ya mismo… Me dije: yo me quedo… La gente no cargaba ni reloj”.

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Para entonces ya había decidido jubilarse inmediatamente en Italia para mudarse al Ecuador, pero siguió llevándose sorpresas en esta tierra que sería su próximo hogar, ya que al cuarto día descubrió el palo santo. “Estaba en Agua Blanca y una guía me lo mostró”. Lo aspiró y dedujo que esa era la esencia que necesitaba para elaborar su perfume Paz.

“El palo santo es de ley una de las plantas que el hombre aprendió a utilizar antes que todas las demás. Se enciende rápido, no te molesta la vista, te pone de buen humor y te aleja de los mosquitos”.

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Descubrió que el palo santo posee un principio activo que es el limoneno, muy conocido en la medicina y en la cosmética. “Tiene poder psicoactivo. Si lo respiras sube tu producción de endorfina (hormona de la felicidad), de morfina (que combate el dolor) y dopamina (que brinda una sensación de relajación). Había encontrado en el palo santo la parte más importante para llegar a mi perfume, ya que quería provocar esas sensaciones en el ser humano”.

Regresó a Italia para resolver todos sus asuntos y volvió a Manabí en octubre de manera definitiva. Fue así que Dante comenzó, poco a poco, a trabajar en la extracción de la esencia de palo santo, la cual actualmente le ha permitido desarrollar una industria que tiene unos 40 empleados para elaborar productos como jabones, champús, repelente de insectos, inciensos, velas, los cuales exporta a varios países. Además vende esos productos en su tienda, El Artesan, ubicada en el malecón de Puerto López.

Su actividad no agrede la naturaleza, ya que los árboles de palo santo que emplea han muerto de manera natural. “A los 70 años comienzan a morir”. Y los encuentra a través de recolectores capacitados en los bosques de Manabí, en los cuales mantiene un programa permanente de reforestación en conjunto con instituciones públicas y privadas. “Por cada árbol que consumimos, sembramos diez”, de palo santo y de otros tipos, como pepito colorado, spote, algarrobo y pechiche.

En todo esto, Dante trabaja con su esposa, la portovejense Rocío Loor, con quien tiene tres hijos. Sí, también formó una familia. Puerto López le ha entregado toda esa felicidad a este hombre que llegó a Manabí para alejarse de su antigua existencia, para retirarse, pero allá realmente comenzó a vivir. (I)

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