Nos envuelve una neblina densa y fresca que impide avistar lo que ocurre a cinco metros de nuestros pies, y sin embargo, no hay por qué temer: ¡es Galápagos! De pronto, Anahí exclama: “¡Una rata negra, bajo las miconias!”. Nos hallamos en efecto en un océano de miconias, arbusto de hojas rojizas que crece sobre los seiscientos metros en la isla Santa Cruz.