El matrimonio se construye sobre la promesa de lealtad para toda la vida. Sin embargo, arriba del 40 % de dichas uniones terminan en divorcio, en gran parte causados por la infidelidad, principalmente de parte del marido.

El 25 % de ellos admite haber sido físicamente infiel, versus el 15 % de las esposas. Cuando se incluye la infidelidad emocional-afectiva (sin que llegue a nivel sexual), las cifras se incrementan en el 20 %.

El tema de la infidelidad, por lo tanto, es de suma importancia por sus consecuencias en el futuro del matrimonio. Por esto que conviene poder discernir qué rasgos de personalidad, actitud o comportamiento definen a un hombre proclive en esta dirección y poder tomar medidas tempranas que eviten daños irreparables a la unión conyugal.

Muchas mujeres que han sido engañadas por sus esposos admiten que hubo, desde el comienzo, señales sospechosas, pero no les dieron importancia.

  • Por ejemplo, un cambio en el manejo del celular (este deja de estar a la vista, buena parte de los mensajes son borrados, comienza a hacer o recibir llamadas desde el exterior de la casa, cambia la clave con frecuencia).
  • Otro síntoma de que existe un interés fuera del hogar es ser menos afectuoso, o se lo siente “obligado a serlo”.
  • Si es inseguro puede pensar que tener un affair elevaría su autoestima, por lo que la súbita preocupación sobre su apariencia, forma de vestirse, hablar de nuevas amistades, énfasis en hacer dieta o ejercicios y otros cambios en su rutina merecen un diálogo sobre la honestidad.
  • Otra señal sospechosa es la de criticar a la esposa sobre temas que antes no importaban (sobrepeso, atención al arreglo de la casa, manejo de los niños); esto puede crear otro frente y desviar la atención de ella sobre la conducta de él.

Todo esto aparte de lo obvio (excusas para no usar el anillo matrimonial, no poder justificar dónde estaba cuando no contestó la llamada, hacer bromas sobre la infidelidad, empezar a “salir con los amigos”). La lista puede ser muy extensa.

Es aconsejable no dejar pasar ninguna señal que se salga del cauce normal del matrimonio. Se necesita hablar desde el comienzo sobre los cambios observados y tomar medidas, juntos, para resolver toda duda. Si la situación lo requiere, existe la terapia conyugal. (O)