En la segunda mitad de la década de los 80, en la Facso, institución en la que algunos de los entonces jóvenes ingresamos a estudiar periodismo, existía la materia Técnicas de expresión oral. Se la daba por dos años consecutivos. Era, quizá, la más temida del pénsum. La sufríamos. Pero cómo aprendimos. Después de muchos años, puedo decir que fue una de las mejores clases de formación que tuvimos. Quien la impartía era la multifacética Ixora Zambrano: poeta, cantante, actriz y retratista. Un personaje de Guayaquil, de ascendencia manabita. Solía llegar en bicicleta y con zapatillas. Se salía del molde profesoral imperante.