El teórico brasileño Renato Ortiz (nacido en 1947), cuyo trabajo investigativo gira en torno a la globalización y las culturas locales, ha estudiado cómo a través de los tiempos ha cambiado la noción del viaje. En El viaje, lo popular y el otro, ensayo que consta en el libro Otro territorio. Ensayos sobre el mundo contemporáneo, señala que, “en la antigüedad, los viajeros estaban regidos por el imperativo del destino”.

Un ejemplo de ello lo tenemos en los mitos griegos. En tanto que, en el mundo actual, “el viaje se libera de la carga de sufrimiento que lo había acompañado, y se torna excitación y placer”. No busca ya dar cuenta de ese otro desconocido, puesto que en la actualidad, aunque estemos fuera de las fronteras nacionales, por el proceso de globalización y mundialización de la cultura, seguimos estando como en casa. Viajar, en la actualidad, es un desligamiento del mundo laboral, un esparcimiento, un momento de ocio, igual que ir al cine o ver televisión.

Ortiz sostiene que antes el viajero era un intermediario, un eslabón entre culturas aisladas. “Él se movía, los lugares permanecían fijos, girando en sus órbitas. Era esta discontinuidad espacial la que confería interés y sabor a sus relatos. El viajero traía informaciones para los que permanecían inmóviles en sus lugares”.

Los diarios de viaje constituían una forma de narrar eso otro, eso que se desconoce y que, al conocerse, se convierte en descubrimiento. Todo ello cuando no se habían desarrollado los artilugios con que contamos en el siglo XXI y cuando la inmediatez no era un imperativo. Los medios de comunicación, los avances tecnológicos, la instalación de la modernidad-mundo hacen que veamos hoy el viaje de una manera distinta a como lo percibió, por ejemplo, Cristóbal Colón.

La cultura, como constatamos, está en un tránsito permanente, en una mutación constante. También, de algún modo, los conceptos. Los habitantes del presente siglo somos ciudadanos globales y tenemos una cultura con objetos y productos mundializados, que nos son familiares, así estemos en Hong Kong, en Buenos Aires o en Guayaquil. (O)