A la mayoría de la gente que conocemos la consideramos positiva porque añade alegría a nuestra vida. La interacción con ellas produce una sensación agradable y por lo tanto buscamos y apreciamos su compañía. También conocemos a personas cuya presencia en nuestro vivir interrumpe nuestro flujo normal de emociones y sentimientos, alteran nuestra paz mental, y nos dejan con el sistema nervioso afectado. Estas son las personas negativas. Son comparativamente pocas (colapsaríamos si fueran muchas) pero su influencia perjudicial es intensa. Por esto debemos aprender a reconocerlas y a tratarlas de tal forma que podamos bloquear o minimizar el daño que podríamos sufrir.