Hay muchas cosas que podemos beber al terminar una comida, para mí todo va a depender de la cantidad de alimentos que ingerí, el lugar en que me encuentro y sobre todo del tiempo que tengo para este último sorbo. Desde una sencilla agua de vieja hasta un potente y sofisticado coñac, todas han tenido su espacio en mi vida comelona y han cumplido con el propósito de ayudar para una buena digestión.

La más zanahoria y no por esto equivocada forma en que he terminado un almuerzo o cena es con un té. Hay una larga lista de opciones, siendo la mejor el té verde, porque este hace que el estómago produzca pectina, una enzima que se encarga de la digestión. Definitivamente funciona, pero no es mi favorito, prefiero té de menta, limón con jengibre o la típica agua de manzanilla o cedrón. Dentro de esta lista de las bebidas digestivas sin alcohol también disfruto mucho de un buen café espresso, el cual estimula la secreción gástrica, activa la producción de la bilis y la contracción de la vesícula biliar, aligerando la digestión.

Ahora bien, pasemos a las más divertidas, a esas que llamamos bajativos y son bebidas con algunos grados de alcohol. Aquí el etanol (alcohol que se produce durante la fermentación de un producto agrícola), una vez que es absorbido en el estómago, favorece la vasodilatación y esto aumenta la secreción de algunas enzimas digestivas, lo que trae como consecuencia una digestión más rápida. Claro, esto funciona siempre y cuando durante la comida no hayamos bebido más de la cuenta, porque de lo contrario no ayudará sino que nos complicará más el proceso de digerir los alimentos.

Cuando decido terminar una larga comida con un aguardiente, es solo si dispongo del tiempo para la sobremesa y así poder disfrutarla y beberla con la tranquilidad. En esta línea mi favorita es el brandy de Jerez, una bebida destilada del vino de esa zona del sur de España, con 40 grados de alcohol.

Hoy en el mercado nacional encontramos algunas buenas botellas, Gran Duque de Alba ($ 55), Cardenal Mendoza ($ 50) o Fernando de Castilla Gran Solera ($ 107), pero cuando tengan la oportunidad de visitar España (desgraciadamente no lo traen al país) les recomiendo Carta Real Solera Gran Reserva de Cardenal Mendoza ($ 90), es una delicia con fondo ligeramente dulce que junta sabores de madera con fruta madura.

También podemos encontrar en tiendas especializadas locales coñac, la versión francesa de un brandy. Hennessy V.S.O.P. ($ 100) y Remy Martin V.S.O.P. ($ 100) son dos grandes marcas de productos excelentes que tomo cuando busco un bajativo algo más seco (menos dulce), pero igual de complejo. Otro trago destilado que disfruto mucho antes de levantarme de la mesa después de una comida es Tequila Reposado Don Julio ($ 135), una copa de esta delicia de agave azul y la digestión se hace sencilla y agradable.

Una alternativa muy distinta, dulce y con menos alcohol es un final con Pedro Ximénez, vino de Jerez que deja un intenso sabor a pasas maduras y madera vieja, es como un postre. El de la bodega González Byass ($ 29) lo encuentran en la ciudad, tómelo frío y disfrútelo lentamente. (O)