Regresé al Mercado del Río después de muchos meses, necesitaba conectarme con la naturaleza, disfrutar de la siempre imponente vista del río Guayas y comer algunos platos que me transportan en el tiempo a ese Guayaquil de mi juventud. El año pasado lo visité algunas veces, se convirtió para mí en un espacio de constante encuentro con la gastronomía, no solo para probar las diferentes propuestas de sus restaurantes, sino también para aprender a través de catas de vino y whisky. Estos eventos no se están realizando por obvias restricciones debido a la pandemia, pero el ambiente único de este espacio está mejor que nunca y hay que disfrutarlo.