Desde el mes pasado hemos comenzado a sentir cierto alivio en el impacto de la agresividad con la que nos venía atacando la COVID-19. Es verdad que lo anterior no nos garantiza que no pueda suceder un rebrote, pero por el momento, y gracias a las medidas que hemos tomado como miembros de un gran conglomerado social y particularmente como individuos, la situación en general está relativamente estabilizada, y todos esperamos que la tendencia se mantenga. Para muchos, recién ahora existe la posibilidad de hacer un inventario real de los estragos sufridos durante el periodo de aislamiento; no existe un área de nuestra vida que no haya sido agredida por esta plaga, y para muchos la vida quedó desconfigurada desde los cimientos.

Es verdad, este invasor nos ha limitado nuestra movilización, nuestra libertad de expresión, nuestro derecho a dormir tranquilos y a despertarnos sintiéndonos dueños del nuevo día. Así será por un tiempo, hasta que logremos conocerlo del todo y lo desarmemos".

La reconstrucción será un proceso largo y difícil, pero todos tendremos que realizarlo. Tal vez el primer paso es aceptar que tenemos que compartir la vida con el virus. Es verdad, este invasor nos ha limitado nuestra movilización, nuestra libertad de expresión, nuestro derecho a dormir tranquilos y a despertarnos sintiéndonos dueños del nuevo día. Así será por un tiempo, hasta que logremos conocerlo del todo y lo desarmemos. El confinamiento nos enseñó algunas lecciones muy importantes, especialmente a darle prioridad a la protección de nuestra salud como columna vertebral de nuestro futuro; a concentrarnos en lo que es más importante para nuestra subsistencia y bienestar y luchar para lograrlo; a darnos cuenta de que no podemos tomar nada por descontado, a aceptar que si algo se acaba tal vez no se pueda reponer, por lo menos no inmediatamente, o automáticamente. Nos enseñó a ahorrar, a conservar alimentos, energía, a programar gastos. Nos enseñó a pensar varias veces antes de decidir una acción. Nos exigió el uso de recursos que solo una emergencia de tal enormidad podía motivarnos a crear. Muchos quedamos física, emocional y económicamente afectados como consecuencia del estrés sufrido, y nos costará tiempo y esfuerzo recuperar nuestro equilibrio con la ayuda profesional adecuada.
Estamos seguros de que al final de este largo y penoso camino prevaleceremos como seres humanos. ¿Como mejores seres humanos? La pandemia nos dio la oportunidad de capacitarnos a funcionar a altos niveles de solidaridad con nuestro prójimo, a ser más tolerantes de las diferencias que tenemos con los demás, a hacernos más humildes y no desafiantes frente a las fuerzas de la naturaleza. Si solo pudiéramos mantener esta actitud. (O)