“¿Te animas a conducir esto?” me preguntó un colega, temblando, cuando se subió a mi carrito de los años 80, y se explicó: “es que para mí esto es un plato volador”.

Entendí entonces y también ahora qué pasa por la cabeza de algunas personas singulares, de esas que no se animan a manejar un carro, pero son capaces de realizar a la perfección cosas imposibles para el resto de los mortales. Nadar en el agua puede ser como caminar por afuera de la Torre Eiffel y cambiar una lamparita subirse a una montaña rusa. Eso sí: son capaces de recordar 200.000 canciones, tocar el violín como Paganini o hacer 500 multiplicaciones sin equivocarse.

El Asperger es uno de los trastornos del espectro autista y cada uno de los que lo sufren lo hace en un grado diferente. Lo de sufrir es un decir: no sufren nada y la mayoría no se da cuenta nunca, como tantas cosas que pasan inadvertidas o escondidas en la vida de cada uno.

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No atreverse a manejar es típico de los Asperger, porque suelen ser torpes, incapaces de coordinar sus miembros superiores con los inferiores, así que es probable que también les cueste aprender a nadar y no sobresalgan en ningún deporte. Lo que no les importa, no les importa nada y lo que sí les importa, les importa todo. Nunca discuta con un Asperger, no porque sea violento, que no lo es, sino porque va a llevar todas las de perder. Tienen una memoria prodigiosa para esas cosas que les interesan, tanto que Hans Asperger, quien describió el síndrome en 1992, los llamaba pequeños profesores porque a los tres años son capaces de saber más que el mismísimo Google, pero solo de eso que les interesa.

Así como son algo torpes en sus movimientos, los Asperger tampoco coordinan el gusto y son capaces de mezclar cebolla con leche condensada. No sirve llevar buen vino a la casa de un Asperger: le puede echar queso rallado a un Burdeos y decir que estaba riquísimo. Para colmo todo lo entienden en forma literal y es una de las dificultades que tienen al relacionarse con los demás. Si le dice a un chico con Asperger que le comieron la lengua los ratones, le explicará que los ratones no comen lengua.

Todos tenemos un amigo Asperger, el problema es que no lo sabemos, entre otras cosas porque es muy probable que no lo sepa ni él (la inmensa mayoría son varones). Pero eso no importa nada porque casi todos estos trastornos tienen nombre recién ahora y no se diferencian de una manía, de una condición o de una habilidad que va pareja con otras faltas de habilidad, como ser zurdo, sin ir más lejos. Cuando éramos chicos si uno de nosotros no se sabía atar los zapatos lo que pasaba es que… no se sabía atar los zapatos. Pero ahora descubrimos que atarse los cordones le resultaba tan complicado como tejer un poncho de alpaca. (O)

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gonzalopeltzer@gmail.com