Hay quienes sostienen que hoy en día los padres compramos el amor de los hijos y que nos adoran, pero no porque somos muy importantes para ellos, sino también porque les damos todo lo que piden para compensar nuestra ausencia.

Lo grave es que con nuestra ‘generosidad’ lo que estamos logrando enseñarles a los niños es a vender su buena conducta cuando les ofrecemos un premio si obedecen, si se comen todo, si estudian formales o si se levantan a tiempo.

Es un mal negocio y una pésima enseñanza entrenar a los niños a canjear su amor o su colaboración por cosas o privilegios que no se merecen o no les corresponden. En esta forma lo que logramos no es enseñarles a que sean responsables y colaboradores, sino amaestrarlos para que hagan lo que deben por interés en lo que ganan y a que se acostumbren a actuar por el beneficio personal que obtienen y no porque deben cumplir con su deber.

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Aunque nuestra intención sea buena, cuando les pagamos a los niños con regalos, premios o prerrogativas inmerecidas para que colaboren o actúen como esperamos, los estamos chantajeando y enseñándoles que su buena conducta tiene un precio y que nosotros estamos dispuestos a pagarlo.

Gracias a lo eficaz que es chantajear así a los niños, esta opción puede convertirse en un recurso muy efectivo para que nos obedezcan. Sin embargo, es una medida negativa para su formación porque los niños aprenden que su buena conducta tiene un precio y que se les debe pagar por cumplir con su deber.

El precio a pagar por verlos sonrientes no puede ser a base de ofrecerles cosas y privilegios inmerecidos para que nos obedezcan. Así no los estamos educando, sino maleducándolos y enseñándoles a que se dejen chantajear de manera que solo hagan lo debido cuando obtengan alguna ganancia. Esto significa que los entrenamos para que actúen ante todo por los beneficios que obtengan y a que exijan que se les remunere por todo lo que hacen, es decir, que se dejen sobornar. Así, la lección que les estamos dando no les hará saber que los amamos mucho, sino que les enseñará a vender su buena conducta porque nosotros estamos dispuestos a pagarla. (O)

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angelamarulanda@gmail.com