No se da por vencida. Tiene 45 años y muchas fuerzas, fe y ganas de salir adelante. Espera también que su hijo, ya bachiller, pueda conseguir un empleo para ayudar a costear los gastos del hogar, pues los $ 7 que gana por día no le alcanzan, menos ahora que por el estado de excepción y toque de queda se redujo su jornada laboral. Es Lidia Suárez Muñoz. Su esposo, Lorenzo Sánchez Flores, de 56 años, murió en marzo del 2020, víctima de la pandemia. Él se dedicaba al oficio de maestro en construcción y era el sustento del hogar.
“Tuve que coger valor para que mis hijos no se deprimieran más de lo que estaban. Y de ahí tuve que buscar trabajo, soy ahora madre y padre para ellos, para sacarlos adelante. Y aquí estoy luchando, trabajando de sol a sol, de domingo a domingo (hasta antes del actual estado de excepción y toque de queda), para sacar adelante a mis hijos.
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Mi esposo murió por COVID-19 el 30 de marzo de 2020..., solo él salía a la calle (por trabajo) y ahí se contagió, su muerte fue tan rápida. Él ingresó un jueves al hospital (del Guasmo, sur de Guayaquil) y un lunes falleció a las 05:00. Él fue respirando al hospital y hasta el domingo que me vine (a casa), que me despedí, él hablaba; me llamó ese domingo al mediodía y me decía que ya estaba mejor, que podía respirar mejor. Y el día lunes a las 07:00 me llamaron que vaya al hospital, que mi paciente se había puesto muy mal, pero en ningún momento me imaginé que había fallecido… Luego hubo problemas para poder sacarlo…, por ayudas pudimos sacar su cadáver un miércoles.
Fue bien duro, bien difícil, no me imaginaba esto, pero gracias a Dios, que me dio las fuerzas para seguir adelante, seguimos con mis hijos. Tengo cinco hijos, pero dos están en mi poder (bajo su tutela), ya los otros están casados. Uno tiene 18 años y el otro tiene 15 años. Todavía no supero la muerte de mi marido, me hace mucha falta (llora), ahora estamos en algo bien difícil, a veces no tenemos mucho trabajo, no tenemos dinero para comprar la comida. Él (esposo) era el que mantenía la casa, el hogar, pero ahí Dios me está ayudando. Como ahora hay que pagar luz, agua, internet (por las clases), todo eso, se me hace bien complicado.
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El de 18 años ya es bachiller y ya metió carpeta para ver si le sale un trabajo. Ojalá que alguna entidad le pueda ayudar a conseguir un trabajito, ya que no hay ingreso y tampoco le sale ningún trabajo. Él está en un curso para sacar la licencia.
El de 15 años se me enfermó luego de la muerte del papá porque era el más engreído…, se deprimió…, me mandaron con una psicóloga para que lo atienda... y poco a poco se fue recuperando, le hicimos entender que el papá siempre iba a estar en nuestros recuerdos, que solo se había ido, que no es un adiós sino un hasta pronto, porque todos tenemos que irnos para allá y así…, hablándole, entendió que el papá no está con nosotros, que se fue. Duró como cuatro meses con eso (depresión bien fuerte), todavía le duele cuando es el cumpleaños de él, el del papá… se va al cementerio todas las semanas a hablar con el papá. Y eso para mí era otro sufrimiento. A veces he llorado sola para que él no me vea llorar, porque se va a deprimir.
En mayo (del 2020, luego de la cuarentena obligatoria) comencé a trabajar, apenas se pudo. La madrina de mi hijo me ayudó con el trabajo. Ahora vendo ropa, mi jefa vende ropa y trabajo con ella. Gano $ 7 diarios. Trabajo de domingo a domingo —ahora solo se puede (trabajar) de lunes a viernes (por el estado de excepción y toque de queda)— de 08:00 a 20:00.
A otras madres en esta situación les diría que sigan adelante, que sigan luchando por sus hijos, por ellos, porque es lo único que tenemos y podemos hacer... Doy la vida por mis hijos, dejaría de comer por darles a mis hijos un plato de comida. Hay que siempre estar pendiente de ellos, luchar con ellos, y buscar que sean alguien en la vida, que sigan sus estudios, que sean buenos chicos, responsables, humildes y, principalmente, honrados, que el centavo que se ganen, se lo ganen honradamente.
Les he enseñado a mis hijos que ellos tienen que ayudarme en el hogar… Nosotros nos levantamos a las 05:00 a lavar, porque no tenemos lavadora. Ellos barren, arreglan la casa, cocinan, ahora tienen hecha la merienda, porque yo trabajo todo el día. Y lavamos los tres juntos. Cuando llego a la casa hablo con ellos, converso con ellos, tenemos muy buena comunicación”. (I)