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‘Si no salgo a trabajar, si no me repongo del dolor, qué va a ser de mis hijos’, indica Marina Sailema, otra madre que se quedó sin esposo por el COVID-19

Ante la muerte de su esposo, retomó la venta de legumbres y hortalizas en mercado Central de Ambato para mantener económicamente a sus hijos.

AMBATO. Marina Sailema, de 42 años. Foto: Wilson Pinto.

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Los ojos de Marina Sailema, de 42 años, brillan al tiempo que trata de contener las lágrimas cuando recuerda que hace cerca de un año perdió a su esposo, Washington Muyulema, de 43, luego de que se contagiara de COVID-19. Ella y su familia son y viven en Ambato.

“Desde ese momento mi vida cambió bastante porque incluso ya no salía a trabajar (en el puesto de venta de legumbres y hortalizas en el mercado Central), recién hace cerca de un mes decidí tomar fuerza, hacerle frente al dolor de haber perdido a mi compañero de dos décadas, y volví a atender a mis caseritas.

Tuve que ponerme fuerte porque sabía que tenía que salir a trabajar por mis dos hijos, el primero, de 23 años, está en quinto semestre de Ingeniería Mecánica en la Universidad Técnica de Ambato, quiero verlo que culmine sus estudios y consiga un título profesional.

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Igual mi segundo hijo, de 12 años, dice que quiere ser policía nacional, entonces si no salgo a trabajar, si no me repongo del dolor que siento, qué va a ser de ellos, porque no tienen a nadie más que a su madre. Si me quedaba en la casa, ¿quién nos va a dar algo?

Ojalá Dios me bendiga a mí como a mis hijos, principalmente con salud frente a la situación que estamos pasando por la pandemia. No se sabe qué pueda pasar. Por eso lo que pido es protección para que se puedan cumplir los sueños que tienen ellos y los pueda ver que terminen sus carreras profesionales.

Tengo que trabajar para que mis hijos logren ser lo que ellos quieren, espero que aprovechen todo lo que se hace. Mi día empieza muy temprano, cerca de las 05:00, cuando me voy al mercado Mayorista a comprar lo que voy a vender en mi puesto.

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Este Día de la Madre va a ser diferente, muy triste, porque en la mesa no vamos a estar los cuatro como hemos estado desde hace muchos años. El lugar de mi esposo va a estar vacío, pero por él, como familia, vamos a seguir adelante”.

Marina recuerda que hace cerca de 20 años cuando se casó, con el fin de apoyar al sustento del hogar, comenzó a realizar las ventas de manera ambulante. Luego hubo la oportunidad de conseguir el puesto en el mercado Central y lo hizo. Ahora advierte que será padre y madre de su hogar. (I)

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