En el día a día creemos que ya aprendimos lo suficiente para protegernos del virus que cambió la vida como la conocíamos: el SARS-CoV-2.

Sin embargo, en el transcurso de esos días, la ciencia conoce un poco más a ese enemigo, su mecanismo de contagio, sus características que lo hacen fuerte y sus debilidades.

En un ejercicio por informar a la ciudadanía, el Colegio de Químicos del Ecuador presenta varias recomendaciones sobre la desinfección de superficies para evitar posibles contagios y usar de forma correcta los desinfectantes que son de fácil acceso.

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Álvaro Gómez, miembro de este gremio, explica que el dióxido de cloro es una alternativa efectiva para matar virus en superficies.

“Reacciona directamente con los aminoácidos, desnaturalizando las proteínas de la membrana celular y eventualmente matando los microorganismos, bacterias incluso virus, pero a nivel de desinfección, no para tratar casos clínicos”, indica Gómez.

En el mercado hay un sinnúmero de productos que entre sus compuestos está el cloro. Este gremio sugiere a los consumidores leer las etiquetas informativas de los envases. En muchos de los casos se destaca que eliminan el 99,9% de los virus, como el SARS-CoV-2 que provoca una fuerte neumonía y otras complicaciones en el organismo y que en el Ecuador ya suma 260.000 casos confirmados, según el Ministerio de Salud.

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No obstante, el químico advierte que estas sustancias son tóxicas.

“Es perjudicial para la salud, en lugares cerrados, por ejemplo, puede alcanzar a una concentración que puede llegar a ser explosiva. El dióxido de cloro puede irritar las mucosas, los ojos, la nariz, dañar los tejidos de varios órganos internos, por lo que no se recomienda su ingesta”, alerta.

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Este químico ha sido usado para desinfectar lugares públicos en Guayaquil y en otras ciudades del país. Aunque también se lo ha utilizado de forma doméstica.

Por ello, la química Sofía Iguago enlista las prendas que se deben utilizar para evitar el contacto directo con ese tipo de sustancias, sobre todo si la persona es un operario de limpieza.

“Para evitar la irritación usar gafas herméticas, no esas que están abiertas a los lados; un overol. No tomar a la ligera. Lo principal es la mascarilla, algunos la utilizan doble, una con tela antifluido y otra desechable. También hay mascarillas que vienen con filtros. Guantes para evitar irritaciones”, detalla la especialista.

Estas prendas, dice Iguago, son claves también si se realiza una desinfección en una habitación que ha sido usada por una persona que se contagió del nuevo coronavirus.

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Los químicos insisten también en el constante lavado de manos para combatir este nuevo virus, pues los riesgos de contagio aumentan si tocamos los ojos, nariz o boca.

Preparación

En un instructivo que publicó la Organización Mundial de la Salud (OMS), se detalla la preparación de los productos a base de cloro con el objetivo de realizar una desinfección correcta en lugares donde se presume está el virus, más si se trata de un centro médico.

“En el marco de la COVID-19, la concentración de 0,1% (1000 ppm) es moderada e inactivará la gran mayoría de otros agentes patógenos que pueda haber en un centro de este tipo. Sin embargo, cuando en las superficies hay grandes derrames de sangre o líquidos corporales (es decir, más de unos 10 mL) se recomienda una concentración de 0,5% (5000 ppm)”, refiere la OMS.

En este sentido, si se desea alcanzar una concentración del 0,5% de cloro deseado, hay que disolver 14,3 gramos de hipoclorito de calcio en polvo por cada litro de agua usada, a fin de obtener una solución de cloro al 0,5%.

Otro ejemplo de preparación es el que consta en el protocolo de limpieza y desinfección de las unidades de transporte público de la Agencia Nacional de Tránsito, como parte de las medidas de prevención ante COVID-19, colgado en el portal de la Secretaría Nacional de Gestión de Riesgos (SNGR).

“Para preparar la solución de hipoclorito de sodio se deberá verificar su concentración inicial; para lo cual se tomará en cuenta que el hipoclorito de sodio o cloro comercial tiene una concentración inicial del 5%, por lo que para la preparación de un litro de solución a partir de esa concentración se deberá mezclar en un litro de agua y 30 mililitros de cloro comercial o dos cucharadas soperas, dejar actuar y ventilar la unidad por lo menos 10 minutos”, se especifica.

En ambos documentos se enfatiza la limpieza previa de las zonas que se tratarán con cloro, porque la suciedad visible resta efectividad al químico.

Potencial riesgo de cáncer

Fotografía referencial. Varias instituciones instalaron túneles o cabinas de desinfección. En algunos casos se rociaban a las personas con amonio cuaternario.

Su colega Anita Pástor menciona otro químico que ha sido usado en grandes cantidades desde que se inició la pandemia: el amonio cuaternario. Decenas de municipios del país destinaron ingentes recursos en la compra de este químico. En la actualidad, se lo puede adquirir en ferreterías o en tiendas online por $ 5, $ 10 y $ 15.

“Ahora he visto muchos de estos espumantes para las manos, en frascos. Usted aplasta y le sale la espuma. Esos tienen amonio cuaternario. No es tan bueno para la salud. Nos vamos a librar del COVID y después de unos dos, tres años vamos a comenzar con un montón de casos de cáncer. No es apto para cosmética; sin embargo, se lo usa”, advierte Pástor.

Meses atrás, la Organización Mundial de la Salud (OMS) indicó que no se recomienda su uso, por ejemplo, en los túneles de desinfección porque puede causar daños físicos.

“Eventualmente el amonio cuaternario puede combinarse con otras moléculas para formar compuestos muy perjudiciales para la salud como por ejemplo las cloraminas. Las cloraminas son cancerígenos por excelencia”, explica Gómez.

Hay alternativas inocuas, es decir, sustancias que no causan daño o toxicidad para el ser humano, que son efectivas para desinfectar superficies, objetos y manos. Los especialistas continuarán detallando esas opciones en el siguiente artículo: El mito del dióxido de cloro y dos líquidos que, en cambio, sí suman en el combate contra la pandemia de COVID-19, según gremio. (I)