Pasar de la modalidad presencial a una virtual, en la que prevalece el uso de recursos tecnológicos —con los que, en muchos casos, no estaban familiarizados—, fue el principal reto que impuso la pandemia del COVID-19 a muchos docentes del sistema público, privado, fiscomisional y municipal.
En el marco del Día del Maestro que se conmemora este martes, 13 de abril, profesores cuentan su experiencia: las formas que se dieron y cómo se ayudaron para hacerle frente a la educación virtual.
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Ese esfuerzo ha sido reconocido por el Ministerio de Educación. “Hoy conmemoramos el #DíaDelMaestro y queremos decirte #GraciasProfe por tu vocación, servicio y profesionalismo. Gracias por ser héroe invisible que acompaña a cada familia y por decir #SíALaEducación para que ningún estudiante quede fuera del sistema educativo”, escribió la cartera en su cuenta en Twitter.
En el parque Juan Montalvo de Ambato se realizó evento en homenaje al maestro ecuatoriano
Acostumbrada a preparar las clases presenciales a base de los textos del curso, Ana Alvarado, profesora de Religión en la Unidad Educativa San José, de la Beneficencia de Señoras, refiere que en principio se le complicó poner en la plataforma digital Runachay los contenidos de su materia, que se sintetizaban en fichas pedagógicas.
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“Es diferente porque acá trabajamos, como quien dice, lo más importante. Antes yo, por ejemplo, tenía dos horas en la semana, entonces, lo que era el tema del libro lo compartía en dos horas. Ahora yo tenía que darlo en 40 minutos, entonces, debía recopilar todo, hacer un resumen. De eso se trata el currículo compacto, y luego hacer las fichas”, describe la docente, que da clases de octavo a tercero de bachillerato.
Del uso de la computadora, dice, solo sabía lo básico, como enviar correos.
“Apenas lo que yo sabía era prender mi computadora, enviar correos por ahí; entonces, me tocó aprender, aprender mucho. Gracias a Dios, mi hija me ayudó muchísimo a aprender a trabajar en la plataforma”, cuenta la maestra de 62 años, que tiene 25 en la docencia.
Menciona que su hija Carmen Ochoa, de 40 años, ha sido su soporte técnico durante la pandemia. Con base en ver videos, ella se familiarizó y a partir de eso enseñó a Alvarado cómo subir las clases y revisar las tareas en la plataforma.
La maestra recuerda entre sonrisas que hasta su nieto Renato Medranda, de 10 años, le ayudaba en ciertas cosas. “Para él es fácil, él solito entraba a sus clases virtuales y todo”, sostiene.
Para llevar adelante el proceso de enseñanza virtual, Alvarado dice que debió adquirir una nueva computadora, pues la que tenía (comprada usada) era de tecnología no muy avanzada. “Se me calentaba la computadora y se iba el internet”, menciona, y agrega que con su proveedor de internet tuvo que ampliar la capacidad del servicio.
Fue entonces cuando comprendió “qué era eso de aumentar los megas”.
Freddy Maldonado, de 65 años, profesor de Matemáticas de los alumnos del bachillerato de la Unidad Educativa Teresa Azucena Carrera Loor, en el noroeste de la ciudad, cita que hasta antes de la pandemia no había tenido experiencia con el manejo de recursos tecnológicos.
Cuenta que él hizo de la plataforma Zoom su mejor aliado para las clases. “No es tan complejo generar las reuniones y pasar la contraseña a los chicos”, sostiene, y añade que había ocasiones en que la conexión a internet era deficiente e interrumpía las clases.
Eso implicaba que, si alguno de los temas tratados no era entendido, debía generar más sesiones para reforzar el aprendizaje de los jóvenes, asegura el maestro de más 20 años de ejercicio profesional.
“Siempre nos poníamos de acuerdo para llevar adelante las clases. Si había que dar un reforzamiento, se lo hacía sin problema”, señala Maldonado, al tiempo de indicar que a los alumnos de tercero de bachillerato les fue mejor en el rendimiento académico.
Ya con esta primera experiencia de enseñanza virtual él dice estar listo por si esta modalidad se vuelve a aplicar en el periodo lectivo 2021-2022.
Silvia Aguilera, docente de educación inicial de 54 años, explica que fue todo un reto para ella aprender la tecnología, ya que solo sabe computación básica: manejaba Word, pero no aplicaciones digitales como Zoom, Teens, Blackboard, entre otras más.
“Para mí fue terrible, porque era presentarse en vivo, y no solo las clases con ellos, sino con sus padres; entonces, uno tiene que estar capacitado para todo. Mis compañeras me ayudaron mucho, me dieron ánimo para seguir. Fue desesperante para mí: tener abiertos dos programas, hablarle a los niños, compartir pantalla, todo al mismo tiempo, para alguien que aprendió con máquina de escribir”, relata.
Acota que la vocación también fue su soporte, porque quería seguir ayudando a sus niños en este proceso. Tanto fue su deseo de superarse que logró estudiar desde septiembre pasado educación inclusiva. “Me tocó ser alumna también, me hacía bola en un inicio. Viví el reto como docente y como estudiante. Es que un maestro nunca deja de aprender”, remarca la docente. (I)