Las costumbres que tenía en su hogar hace diez años en La Habana, Cuba, no faltan en la mesa de su casa en Guayaquil, año tras año, en Navidad.
Adriam Camacho Domínguez creció en ese país y migró a Ecuador por oportunidades laborales en octubre de 2015. Primero llegó como un docente invitado, pero se quedó.
El Puerto Principal fue la ciudad que lo acogió y en la que se mantiene con su familia, al igual que en la universidad que le abrió puertas para la docencia hace una década.
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Pasaron cuatro años desde su llegada a Ecuador para que se convirtiera en un ciudadano más, con la naturalización.
Pese a tener este estatus, cada Navidad trata de mantener intactas sus tradiciones aun a kilómetros de distancia del país que lo vio crecer.
Adriam cuenta que en los años que lleva en Guayaquil ha ido insertando y adaptándose a ciertas costumbres de Ecuador, sobre todo en la gastronomía.
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Junto a su esposa, quien también es cubana, disfrutan del encebollado y del bolón, característicos de la Costa.
Llegado diciembre, sin embargo, su hogar vuelve a las raíces. De los diez años que lleva fuera de Cuba, al menos cinco ha pasado en Ecuador y ha tenido que recrear lo que hacía en su país. El resto de años ha organizado viajes a La Habana para pasar con su núcleo.
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El catedrático relata que, aunque en Guayaquil y en Ecuador en general, existe la costumbre de cenar en Nochebuena el pavo horneado, ellos no dejan de lado el cerdo.
En La Habana, cuenta, se acostumbra a cocer el cerdo al carbón. Es una actividad que se realiza al aire libre en compañía de amigos y familia.
A la carne del porcino, a la que le colocan un aliño especial, la acompañan con el tradicional congris, un arroz con frijoles negros cocinado con especias, chicharrón y manteca. También se coloca en el plato frituras de malanga y yuca con un aliño que incluye naranja agria, y ensalada con vegetales frescos como el aguacate.
Para la parte dulce, a diferencia de que en Ecuador se consume el pan de Pascua, en la familia Camacho se mantiene la preparación de buñuelos y se ingieren turrones.
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Para beber, cuenta Adriam, se consume mucho la sidra.
“Aquí nos chocó mucho que existen infinidad de reuniones tanto de empresas como de amigos. En Cuba, la Navidad es más íntima, es más una cena familiar en la que se acostumbra a comer el cerdo, a escuchar música cubana, la rumba, el son cubano, el bolero y pasar con tu círculo muy cercano en reuniones pequeñas”, comenta el docente.
Tras diez años en el país, la familia del catedrático cubano se mantiene fiel a sus costumbres, aunque se adapta a nuevas que ha observado por años. Por ejemplo, disfrutan del chocolate caliente con pan de Pascua como platillo dulce para festejos de diciembre. También han participado en novenas, algo que no se realiza en su país regularmente.
“Son diez años, claro que sí, pero cuando tienes un núcleo cercano y un núcleo familiar donde tratamos de mantener vivas nuestras tradiciones se hace complejo dejar que llegue a nuestras vidas totalmente lo nuevo”, asegura.
Él manifiesta que ha sido un proceso lento y progresivo porque como familia desean “tener muy intacto su origen profundo, lo que los caracteriza como cubanos”.
Este año pasarán junto a amigos cubanos en Guayaquil la Navidad, el cerdo estará presente en la mesa, al igual que los acompañamientos fritos. Luego del festejo navideño tienen previsto viajar a Quito y recibir el 2026 en la Sierra.
“Nuestros festejos continuarán siendo muy íntimos, muy de familia porque eso es lo que somos. De Ecuador y de Guayaquil valoramos y hemos ido insertando costumbres, sobre todo de alimentos, pero nuestras fiestas las mantenemos a nuestro estilo, al estilo cubano porque eso es lo que nos hace sentir más cerca de casa”, resalta Camacho, quien añade que algo que sí se comparte con Ecuador y, en general, con países latinos es que estas fechas son de unión familiar. (I)




















