Antony Córdoba, un joven con discapacidad intelectual que hoy trabaja en el área de Servicios Generales del aeropuerto José Joaquín de Olmedo, es profesional, padre de familia y ejemplo de autonomía.
Su madre, Consuelo Anchundia, observó con orgullo la exposición artística montada en la terminal mientras hablaba de la importancia de que estos espacios abracen la inclusión.
“Estoy feliz de que la sociedad le permita participar en todo, desarrollarse como ser humano, ser un profesional, ser un padre y mostrar sus habilidades”, expresó.
Publicidad
Recordó que su hijo forma parte del equipo que entrega y organiza los carritos de equipaje. “Siempre lo acompaño cuando puedo porque es importante que se sientan incluidos”.
A pocos metros, entre colores intensos, estaba Ana María, una joven con síndrome de Down que presentó su pintura de una manzana elaborada con espátula.
Su obra, llena de rojos, verdes y amarillos, fue parte de la muestra artística elaborada por los jóvenes de la fundación Fasinarm. “Me siento feliz”, dijo mientras señalaba su pintura. “Me gusta usar rojo, azul, amarillo… pintar me hace sentir emocionada”.
Publicidad
Modelo de inclusión pionero en Latinoamérica
Las historias como la de Antony y Ana María fueron el hilo conductor del programa Volar sin Barreras, una iniciativa que el aeropuerto impulsa desde hace 18 años con la incorporación laboral de personas con distintas capacidades especiales.
Ana María Rolón Reyes, coordinadora de Servicios Generales, recordó que fueron pioneros en Latinoamérica en integrar un grupo numeroso de colaboradores con discapacidad intelectual, auditiva, hipoacusia y síndrome de Down.
Publicidad
“Iniciamos con catorce personas; hoy casi el 80 % del personal de mi área tiene alguna discapacidad. Demostramos que no hay que dar los peces, sino enseñar a pescar. Nuestros colaboradores son socialmente productivos y muchos tienen hoy sus propias familias”, señaló.
Actualmente, su equipo suma 20 trabajadores que operan principalmente en arribos internacionales. Principalmente, ellos colaboran con la entrega y organización de los carros de equipaje.
Rolón explicó que el modelo de inclusión del aeropuerto no se limita a la contratación, sino que se sustenta en una asistencia técnica continua con la fundación Fasinarm, que guía procesos de formación, proyectos de vida y acompañamiento.
Esa alianza también permitió que los jóvenes de ese centro expongan su arte en la terminal, un gesto que, según la gestora cultural Consuelo Hidalgo, refleja “colores llenos de alegría y mensajes que el mundo necesita”.
Publicidad
Nuevas iniciativas para una experiencia sin barreras
Además de la inclusión laboral, el aeropuerto presentó dos programas clave. El primero es Sunflower, una iniciativa internacional aplicada por más de 300 aeropuertos en el mundo destinada a personas con discapacidades no visibles.
Helen González, jefa de Servicio al Cliente, explicó que el pasajero recibe un cordón con girasoles para que el personal identifique que necesita acompañamiento especial.
“Brindamos una atención empática y personalizada durante todo su trayecto. Fuimos el primer aeropuerto del país en adoptarlo”, señaló.
El segundo programa es Un Aeropuerto Accesible, que incorpora adecuaciones para personas con discapacidad visual y física: escaleras y ascensores con podotáctiles, señalética en braille, baños con sistemas de alerta y sensores que permiten asistencia inmediata en caso de emergencia.
Para Johana Poveda, vocera del evento, estas acciones buscan promover una cultura empática que trascienda la terminal aérea. “Somos una vitrina al mundo. Aquí todos somos iguales y queremos que más empresas abran oportunidades”.
El mensaje final fue una invitación a la ciudadanía. “Guayaquil puede hacer mucho por las personas con discapacidad. La comunidad sorda, no vidente, quienes tienen discapacidades físicas y ocultas necesitan empatía”, dijo Rolón.
En el aeropuerto, esas historias ya dejaron de ser excepción: hoy son parte esencial del funcionamiento de la terminal y de una visión que apunta a que Volar sin Barreras sea un derecho, no una consigna. (I)
