Todo escritor sueña con tener su libro publicado ya sea en formato virtual o físico, algunos deciden hacerlo de manera independiente, asumiendo todos los procesos, riesgos y tareas que demanda; mientras que otros optan por trabajarlo en conjunto con una editorial.

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María Paulina Briones, directora de Cadáver Exquisito Ediciones, sostiene que también hay otras opciones a las que define como creativas, como creación de formatos de folletín, el fanzine, los libros cartoneros. “Son mucho más económicas, y diría, en algunas ocasiones, más artísticas que las ediciones tradicionales”, sostiene.

Los costos de edición se definen de acuerdo con varios factores que abarcan la publicación de un libro. “Se calculan con base en la cantidad de páginas del manuscrito, sumada la edición de textos y corrección de estilo, el formato del libro (tamaño), el material del papel a usarse para el interior y la cartulina para el encuadernado. Hay que tomar en cuenta también la cantidad de colores de la portada y acabados como plastificado o barnizado”, explica Isabel Mármol, directora de Fondo de Animal.

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Briones agrega que el trabajo de edición va más allá que solo imprimir. “Editar es seguir un deseo, pero también plantear o trazar un punto de vista a partir de la elección de los textos que compondrán el catálogo. Editar no es imprimir. De alguna manera una editora o un editor construyen un canon, aunque sea pequeño. También podrían construir un anticanon, me parece”, resalta.

La cantidad de ejemplares por imprimir es otra de las decisiones que debaten las editoriales con los autores. “Con base en nuestra experiencia hacemos el cálculo tomando en cuenta la cantidad de libros que históricamente vendemos directamente y en puntos de venta”, argumenta Mármol.

También depende de quién es el autor y los fondos que la editorial tenga, añade Briones.

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Es por eso que ambas mencionan que no se puede determinar un precio absoluto. “Por lo general la edición de 300 ejemplares puede iniciar en alrededor de $ 1.500 (...). Definitivamente el tema del costo del papel en la manufactura de libros, ya que no solo el papel sino tintas y otros insumos que suelen ser en su mayoría importados, hacen que la producción de libros sea costosa”, indica Mármol, quien mediante Fondo de Animal ha publicado alrededor de 50 títulos, entre poesía y narrativa, de los cuales 7 son e-Books.

“Los precios por impresión varían todo el tiempo. Una cotización de imprenta no se mantiene más de dos semanas”, sostiene Briones, quien a través de su editorial ha publicado ocho títulos, entre ellos, Sangre en el ojo, de Lina Meruane; El vuelo de la tortuga, de Ernesto Carrión; y Obra completa, de Gilda Holst.

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Según datos ofrecidos por la Cámara Nacional de Libros, en el 2020 se registraron 4.349 títulos, el 13,17% menos que el 2019, con un total de 5.009 títulos registrados.

La autopublicación

La Cámara Ecuatoriana del Libro registra que en el 2020 el 21% de publicaciones fueron realizadas por autores independientes, mientras que el 79% de títulos fueron publicados a través de sellos editoriales o instituciones públicas o privadas.

En la actualidad en Ecuador hay 652 editoriales registradas en la Agencia ISBN de la Cámara Ecuatoriana del Libro.

Briones señala que la autopublicación ha sido tratada como un tabú, sobre todo por las editoriales. “Puesto que es un proceso que escapa al control y a los criterios de un o una editora, por ejemplo”, dice la también escritora.

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“Cada vez más, esta barrera se rompe y muchas personas se deciden por este camino, sobre todo porque es complicado que una editorial reciba textos de nuevos o jóvenes escritores”, añade Briones.

Gastón Calderón es uno de ellos, tenía 20 años cuando en el 2014 autopublicó su libro Efraín y las claves del ayer. Cuenta que decidió hacerlo de manera independiente luego de tocar las puertas a una docena de editoriales y recibir un no como respuesta. En total imprimió 500 ejemplares que respondieron a una inversión de $ 3.000 en total.

“Tuve que sacar un crédito bancario para imprimir mis primeros libros. Hay que dejar ese miedo de que mis libros van a quedarse en cartón y publicarlos”, cuenta Calderón.

Su última novela, Primero es ella, ha tenido -del 2018 al 2019- cinco ediciones. Para la última imprimió 2.000 ejemplares con solapa y papel bond color beige, un trabajo que afirma le costó $ 5.000.

“En realidad el proceso más difícil es difundirlo, porque no siempre las librerías te dan la apertura, porque es difícil entrar cuando eres un escritor nuevo”, afirma Calderón, quien ahora con 27 años lanzará para mediados de junio una edición internacional de Primero es ella, bajo el sello Destino, del Grupo Planeta.

Mármol cuenta que las personas que generalmente logran tener un manuscrito listo para presentar a la editorial son referenciadas ya sea por otros autores o provienen de talleres de escritura. “Es un tema complicado porque hay mucha gente que se arroja a escribir y solo una parte de esas personas consiguen construir una obra que amerita su publicación”, señala.

Libro físico vs. e-book

Según datos de la Cámara Ecuatoriana del Libro en el 2020 se registraron 2.154 títulos digitales. Foto: shuterstock

Según los datos ofrecidos por la Cámara Ecuatoriana del Libro, en el 2020 se imprimieron 2.195 títulos en el país, 1.696 títulos menos que en el 2019, año en el que fueron 3.891 ejemplares. En tanto que en el 2018 el total fue de 4.097, lo que indica una tendencia a la baja en el formato impreso.

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Respecto a títulos digitales, las cifras de 2020 muestran que fueron 2.154, un número que se incrementó a diferencia del 2019 en el que se registraron 1.118 títulos.

“El año 2020, por ser un año atípico por el tema de la pandemia y aislamiento social, se registra una crecida significativa de los libros electrónicos a tal punto de casi igualar la producción de los libros impresos”, explica la institución.

“El libro digital es un gran soporte que permite llegar a donde no llegan los libros de papel. Es decir, podemos leer novedades a través de dispositivos como el kindle, que no llegarán sino en seis o siete meses al país. Además que es más barata la edición digital para el lector”, considera Briones.

“El libro digital va teniendo cada vez mayor recepción a medida que la gente, cada vez más acostumbrada a la instantaneidad y practicidad que ofrecen los medios digitales, lo demanda”, sostiene Mármol.

Sin embargo, defiende la idea de que muchos lectores siguen prefiriendo el libro impreso. “Considero que como tal, el libro impreso no va a dejar de existir y que más bien el libro digital se convertirá en un formato más que amplíe la distribución de una obra como ha ocurrido con la música”, añade. (I)