Israel (AFP).- Un restaurante israelí cercano a Tel Aviv sirve pollo fabricado en un laboratorio, presentado como un producto ecológico que puede responder a la creciente demanda alimentaria.

En la planta baja de un edificio sin pretensiones en Ness Ziona, en el centro de Israel, el restaurante The Chicken (El pollo) sirve hamburguesas en un marco original, puesto que del otro lado de la elegante sala con luz tamizada los comensales ven, a través de ventanales, el laboratorio donde los técnicos trabajan detrás de grandes tanques de acero inoxidable. “Es la primera vez en el mundo que se puede degustar carne cultivada en laboratorio mientras se observa su proceso de producción”, comenta entusiasmado Ido Savir, director de la empresa SuperMeat.

Aquí no hay animales. En su laboratorio se cultivan células de huevos de gallina fertilizados en biorreactores, alimentadas con líquidos de origen vegetal ricos en proteínas, grasas, azúcar, minerales y vitaminas.

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Gracias a estos líquidos nutritivos, las células se desarrollan como lo harían en el cuerpo del animal, y se convierten en tejido muscular y grasa.

Al final del proceso, el líquido se retira del reactor de donde se recoge la carne artificial. “Delicioso”, afirma Gilly Kanfi, que se describe a sí misma como una “carnívora”. “Si no lo supiera, creería que es una hamburguesa de pollo como cualquier otra”, explica esta mujer de Tel Aviv.

Kanfi había reservado meses antes para ser conejillo de indias en este restaurante que no hace pagar a sus clientes la experiencia culinaria.

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Una de las especialidades del restaurante El pollo. Foto: AFP

En diciembre se había servido pollo artificial en un restaurante de Singapur. Y el primer filete in vitro elaborado a partir de células madre de vaca por un científico holandés de la universidad de Maastricht, Mark Post, fue presentado en 2013.

Desde entonces se han creado varias nuevas empresas en este sector.

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¿La carne ‘in vitro’ es carne?

A la cabeza de SuperMeat, el israelí Ido Savir, un informático vegano, se considera en “primera línea de una revolución alimentaria”, destinada a producir alimentos limitando al mismo tiempo el impacto sobre el medioambiente.

La carne in vitro es un sector que puede “aumentar la seguridad alimentaria en todo el mundo, con un proceso sostenible, respetuoso con los animales y eficaz”, según él.

Permite “reducir la cantidad de tierra, agua y muchos otros recursos utilizados” para la producción de carne, asegura, ya que la ganadería intensiva es una fuente de metano, un gas que favorece el efecto invernadero.

Sin embargo, persisten dudas sobre el impacto medioambiental real de la producción de carne de laboratorio, en particular sobre su consumo energético y sobre su seguridad sanitaria.

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Ido Savir espera obtener certificados que le permitan vender su pollo en Israel o en el extranjero. Su empresa es capaz de producir cientos de kilos de carne cada semana, explica a la AFP.

Tener carne en su plato sin sentirse culpable por el bienestar animal “es increíble”, estima Annabelle Silver, que no había comido productos cárnicos desde hacía años.

“Una de las razones por las que me convertí en vegetariana es porque [la industria de la carne] no es ética, no es sostenible”, explica.

Pero ¿pollo in vitro es carne? Los vegetarianos no son los únicos que se plantean la cuestión en Israel, donde muchos habitantes siguen las reglas del código alimentario del judaísmo.

El rabino Eliezer Simcha Weisz cree que la producción de carne respetuosa del medioambiente y de los animales podría resolver algunos “problemas en el mundo”, y que el pollo de laboratorio podría pronto obtener la certificación kosher.