Cuando la lluvia cae en los suelos, después de un periodo de sequía, se produce un olor intenso que dependiendo de la región suele denominarse olor a lluvia, aroma a tierra mojada, tarabañá, geosmina o petricor (del término inglés «petrichor», creado en 1964 por los geólogos australianos Isabel Joy Bear y Richard Thomas).
El vocablo petricor no consta en el Diccionario de la lengua española (DLE), de la Real Academia Española, pero está documentado en su «Observatorio de palabras» como adaptación del inglés «petrichor» en referencia al olor a lluvia. (La presencia de un vocablo en este observatorio no determina que la Academia acepta su empleo, sino que se encuentra en estudio para su posible incorporación al diccionario académico).
Geosmina es otro término que no está en el DLE, pero se emplea a veces para referirse al aroma de la lluvia. Según García y Corbacho (2020), «la bacteria “Streptomyces coelicor” habita en la tierra y en la vegetación descompuesta […]. Esta bacteria segrega una molécula llamada geosmina (un metabolito volátil, ‘aroma a tierra’, en griego), que es la verdadera causante del olor a tierra mojada».
En algunas regiones de Argentina este olor a tierra mojada también se conoce como tarabañá, palabra que tampoco se registra en el DLE.
¿Y qué es la lluvia meona?
La expresión lluvia meona consta en el DLE y se refiere a una precipitación líquida que cae suavemente sobre la tierra. La lluvia meona también se conoce como calabobos, que es una llovizna duradera o pertinaz. Incluso el nombre sirimiri (llovizna menuda), asimismo, puede funcionar como sinónimo de esta locución. (Actualizado de La esquina del idioma, 16/5/2021). (F)
FUENTES: Diccionario de la lengua española (versión en línea) y Observatorio de palabras (en línea), de la Real Academia Española; Oxford English Dictionary, de Oxford University Press; La bitácora de Humboldt (2020), de Manuel García González y Pepa Corbacho Jiménez. (O)