Con extrema puntualidad empezaba en la noche del sábado, pese a que la sala no estaba llena en su totalidad todavía. Los artistas argentinos Kevin Johansen y Ricardo Liniers se asentaban un poco inciertos en la sala principal del Teatro Sánchez Aguilar (TSA), ante un público que esperaba con ansias.

El formato del show de los platenses era muy particular; un dúo que se remontaba a aquellas épocas de trova en las que el cantante (Johansen) solo se acompañaba de su guitarra, pero a esto se le sumaban las ilustraciones en vivo de Liniers, quien hacía pensar a los asistentes que la pintura era algo muy sencillo, como todo gran artista.

La dinámica por momentos se apegaba a una comedia, puesto que las bromas entre ellos fueron interminables, al punto de llevar al vocalista y guitarrista a contener la risa para no equivocarse en la ejecución, algo que no siempre se pudo evitar.

La interacción con los asistentes fue muy natural e íntima. La gente coreaba de forma tímida canciones originales del argentino, como La hamaca, El palomo y No voy a ser yo, pero también hubo pequeños gustos que se fueron dando a lo largo de la noche: reversiones de temas como Modern love, del inmortal David Bowie; A little respect, de Erasure; y una inédita adaptación de Hotel California, de Eagles, que fuera bautizada como Hotel Patagonia, interpretada con un charango que Johansen enfatizó haber comprado aquí en Ecuador.

Por parte de Liniers, cada obra era más aclamada que la anterior. El mismo pintor llegó a aplaudirse por momentos, diciendo que estas cosas no pueden hacerse con inteligencia artificial. “Aguante la inteligencia emocional”, dijo.

Además de esto, uno de los picos de la noche fue cuando intercambiaron roles: Johansen a pintar y Liniers tomó un ukelele, advirtiendo que no sabía tocar, pero sorprendió al público con un breve repaso de canciones de artistas como Red Hot Chili Peppers, U2, Bob Marley, Shakira, The Beatles y Radiohead, en cinco minutos.

Los fanáticos de Kevin Johansen sabían que, mientras más románticas se marcaban las canciones de esa inconfundible voz, más se acercaba el final. Esto se contrastó cuando llegó un par que tenía la cumbia impregnada. Apenas inició Guacamole, Liniers saltó a las butacas para llevar a una buena parte de los asistentes al escenario a bailar, mientras que estos, encantados, lo siguieron en fila. Luego disfrutaron de Cumbiera intelectual, cuya melodía pregonó el eslogan de “Aguante la mujer pensante”.

La gran mayoría de las pinturas fueron obsequiadas a quienes estaban ubicados entre las primeras filas, siendo lanzadas en forma de avión.

La canción Fin de fiesta llegó para agradecer a todos por haber formado parte de una divertida e inolvidable noche que concluía en el TSA. Una noche que el mismo Kevin Johansen mencionó haber sido esquiva en algunas ocasiones, pero que ahora sí llegó para repartir la alegría esperada.