Que el sector que nos ocupa, la restauración, esté en crisis no es nada nuevo. Pocos no lo están. Sin embargo, es innegable que este es uno de los que más ha sido golpeado por la pandemia. El gremio calcula que en los últimos doce meses las ventas perdidas del sector promedian el 50%, llegando los más afectados a casi el 66%. Al menos el 30% de las plazas de trabajo del sector se han perdido y un número similar de restaurantes han quebrado. Los que quedan y luchan por sobrevivir proyectan que la recuperación tomará entre 18 y 24 meses. Es en este marco que los restaurantes, así como muchas otras empresas de diferentes sectores económicos, tendrán que enfrentar sus problemas, con un agravante: no solo gobiernos de países del primer mundo como los de la Unión Europea o Estados Unidos, sino también los de nuestros vecinos como Colombia, Perú, entre otros, han puesto a disposición de las empresas fondos de préstamos blandos, con períodos de gracia y plazos largos para ayudarlos a sobrevivir. En Ecuador, no solamente que este apoyo ha sido nulo, sino que instituciones estatales como el IESS, SRI, entre otras, prácticamente no han dado ninguna facilidad, cobrando -por ejemplo- anticipos de impuestos a la renta a un sector que no tendrá utilidades en mucho tiempo.

Crítica de Gourman: 3.500

El coronavirus va a estar entre nosotros por algún tiempo. Es momento de que las autoridades comprendan que este sector, así como muchos otros, no son el problema sino parte de la solución. Algunas medidas tomadas que afectan a la restauración y la hotelería poco coadyuvan a controlar la pandemia, y mucho lo empobrecen, y con ello a la ciudad y el país. Por ejemplo, no veo en qué podría contribuir a controlar la pandemia el prohibir el consumo de una cerveza o vino con un encebollado o un bife de chorizo, en una hueca o un restaurante; más si puede reducir sus ventas en un porcentaje del 20% al 30%. ¿Cómo podría entender un turista que su hotel no le pueda llevar una cerveza o una sangría a su cuarto un domingo, con su comida?

La calentura no está en las sábanas. Está en la informalidad, en el desorden, la indisciplina y en el descontrol.

La industria de la hospitalidad y restauración, que se preocupa del control de sus procesos, necesita reactivarse, y para ello es crucial que los COE emitan regulaciones que les permitan trabajar controlando sus procesos con medidas de bioseguridad adecuadas, y que el futuro gobierno realmente tome en serio los problemas de las industrias del sector privado más golpeadas por esta pandemia. (O)