Por primera vez en la historia del cine ecuatoriano, un cortometraje logró abrirse paso en el competitivo y prestigioso Festival de Cine de Tribeca en Nueva York, que se celebró durante el pasado mes de junio.
Se trata de Wannabe, un relato personal dirigido, escrito y editado por la cineasta Kat Cattani, una ecuatoriana radicada en Los Ángeles que ha encontrado en la ficción una vía para encontrarse con su adolescencia, la memoria y su identidad como quiteña.
Pero la historia de Wannabe no comienza en los grandes festivales. Su origen es más íntimo. Todo empezó en 2023, cuando Cattani participó con un guion en El Dorado Film Festival, un concurso estadounidense de cine.
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El premio era tentador: $ 70,000 para financiar un cortometraje. Aunque no se llevó el primer lugar, Wannabe quedó entre los primeros cuatro puestos de más de 8.000 postulaciones, lo cual fue suficiente para que decidiera que la historia merecía ser contada, filmada y compartida.
Una historia anclada en la memoria
El guion, escrito inicialmente para ese concurso, está basado en la propia adolescencia de Cattani y en la de su primo, Sebastián Andrade. Ambos crecieron en los años 90 en Quito, en un Ecuador donde, según lo que cuenta la directora, el pop anglosajón era aún un gusto culposo, casi clandestino.
Los protagonistas del cortometraje —Emilia y Mateo— son una especie de reflejo ficcional de esa época: dos adolescentes outsiders de 13 años que encuentran refugio en la amistad, en su fanatismo por las Spice Girls, y en la ilusión de participar en un concurso de baile que podría llevarlos a conocer a sus ídolas en Miami.
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“Las Spice Girls para nosotros lo eran todo. Los dos comenzamos el primer club de fanes de las Spice Girls en Quito porque nadie las escuchaba o no les gustaba admitir que les gustaba el pop. En ese entonces éramos muy chicos. Cogíamos bus y nos íbamos a las estaciones de radio a golpear puertas para ver donde podríamos hablar de las Spice Girls. En una radio nos dieron acogida y un espacio y empezamos a reclutar a otras personas y a reunirnos cada semana todos los miércoles”, recuerda Cattani.
“Solo nos sentábamos a hablar de ellas, esa era la reunión. Con revistas y con todo lo que se nos ocurría. Obviamente porque es un cortometraje se me hizo un poquito difícil contar una historia muy completa en 10 minutos. Quería hacerlo de una manera alegre, divertida y que también tenga un poco de sentimentalismo y nostalgia de los 90″, relata.
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El cortometraje toma esos recuerdos como punto de partida y los transforma en un relato coming-of-age que, si bien está anclado en el Ecuador de los 90, resuena universalmente con cualquiera que haya sentido el peso del bullying o el deseo de pertenecer.
La producción del cortometraje se llevó a cabo en Ecuador, con un rodaje de apenas tres días y un mes completo de preproducción entre Quito y Cayambe. Esta última localidad no fue elegida al azar: “Cayambe tiene ese aire de pueblo que tenía Quito en los 90. Es un lugar que conserva una calidez particular, una autenticidad que quería capturar en pantalla”, explica la directora.
Las casas donde se grabó Wannabe fueron cedidas por la hacienda Roseamor, una locación que el equipo artístico —encabezado por Andrade, quien también hizo de director de arte del proyecto— transformó completamente desde cero. Los dormitorios de los protagonistas están cargados de referencias culturales noventeras: posters de las Spice Girls, revistas, álbumes, figuras de los Pitufos y hasta detalles de Mafalda. Cada objeto evoca aquella época y ayudó a construir una atmósfera de nostalgia cuidadosamente curada.
La elección de los actores principales fue otro momento crucial en la producción. Tras un largo proceso de casting que duró alrededor de seis meses, Cattani encontró a Martina Pacheco y Gabriel Saltos, dos talentos jóvenes y carismáticos conocidos por su trabajo en EnchufeTV. “Ambos encajaban perfectamente en los personajes. Tienen una energía muy natural frente a la cámara y, aunque Martina no conocía mucho sobre las Spice Girls al inicio, estudió muchísimo para entender el fenómeno cultural que representaron”, cuenta la cineasta.
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Durante un mes, se reunieron casi a diario para ensayar escenas, adaptar los diálogos a su forma natural de hablar y preparar una de las secuencias más llamativas del corto: una coreografía estilo fantasía inspirada en los videoclips pop de los 90. Esta fue creada con la coreógrafa quiteña Sara Costa, y requirió semanas de ensayos, especialmente para Gabriel, quien no tenía experiencia previa en baile. “Fue hermoso ver cómo se apoyaban entre ellos. Martina tiene bastante conocimiendo bailando entonces le enseñaba pasos a Gabriel, quien tuvo que acoplarse”, recuerda Cattani.
Una proyección que cruzó fronteras
Tras su estreno mundial en Tribeca, donde tuvo tres proyecciones durante las dos semanas del evento, el corto ha recorrido una notable lista de festivales como Out Film CT en Connecticut, el Festival Internacional de Cine de Cuenca, donde tuvo su estreno nacional; el Festival Turicine de Quito, donde ganó el premio del público; y recientemente, el Festival Internacional de Cine de Guayaquil, donde fue reconocido como el Mejor Cortometraje Ecuatoriano.
Este mes de agosto se presentará en el HollyShorts Film Festival en Los Ángeles, otro evento calificador para los Oscar, y continuará su gira por festivales en Europa y Canadá durante lo que resta del año. (E)