En Europa son decenas, aquí no. No hay Chipres ni Maltas ni Andorras ni Luxemburgos. Tampoco Moldavias o Albanias. En Sudamérica, la Eliminatoria no solo es la más difícil del mundo, también es la más apasionante por la paridad y la tensión de cada encuentro. Hasta el último minuto de la última fecha reina el suspenso y todos se pueden ganar entre sí. Un gol es capaz de decidir un cupo al Mundial. En Europa u otros continentes es ganar o perder, alegría o tristeza y ya. Acá es emoción o llanto, euforia o drama. La jornada del martes fue sencillamente excepcional: diecisiete goles en cinco partidos y espectáculos de alto voltaje, como Perú 1 - Ecuador 1; de categoría, como la demostración de Argentina frente a Colombia; o de un espectacular ida y vuelta en el caso de Bolivia 2 - Chile 3. En el medio, dos goleadas: la de Uruguay a Venezuela y de Brasil a Paraguay.

De altura. El arranque fue un extraordinario Bolivia 2 - Chile 3, un canto al fútbol en un lodazal, pues una hora antes del partido llovieron mares. La Verde jugó su mejor partido de la competición, peloteaba a Chile de manera inmisericorde, tiros en los palos, salvadas milagrosas del arquero Brayan Cortés (buenazo…). Si Chile perdía, quedaba fuera de la carrera definitivamente. Pero se abrió la mochila de la Generación Dorada, apareció la estirpe de esa gente, los restos ilustres de Alexis, de Isla, de Medel, de Aránguiz, la savia nueva de Brereton, Núñez, Paulo Díaz, Suazo, y la Roja dio un golpe sobre la mesa. Metió clase y agallas y se llevó un triunfo increíble en La Paz, dejando hasta la última gota de sangre. El día que se le pedía que echara el resto, lo echó. Eso es ser grande. Hizo feliz a su pueblo. Y vive… Vive y quiere más, quiere Mundial todavía. Si al final lo consigue o no, son cinco centavos aparte.

Seis de seis. Uruguay estaba más afuera que adentro y tomaron una decisión extrema y riesgosa: despidieron a Tabárez a cuatro fechas del final. Se juramentaron los celestes y lograron dos victorias al hilo ante Paraguay y Venezuela. Al minuto ya estaban 1-0 arriba frente a la Vinotinto. Se vio un nuevo Uruguay, más de propuesta que de respuesta, como era con el Maestro. “Este es el Uruguay que nos merecemos con los buenos y muy buenos jugadores que tenemos —dice Jorge Crosa, exjefe de Deportes de El País—. Fue una alegría enorme ver a Uruguay plantear un juego de ataque, de querer ganar sí o sí, con fuerza, con inteligencia”. Desde luego, mucha satisfacción con el nuevo técnico Diego Alonso”. La moral general levantó y hoy Uruguay se siente en Catar, aunque falte.

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Lujosa. La prestación de Argentina frente a Colombia. El 1 a 0 fue corto y no hace honor al por momentos brillante juego de equipo de la Albiceleste. Que se presentó sin seis titulares: Romero, Otamendi, Tagliafico, De Paul, Paredes y Messi. Y cinco habituales suplentes estuvieron impedidos por lesiones o COVID-19. El segundo tiempo lo jugó realmente con un equipo B. Pero la fragilidad de Colombia fue tal que tantas ausencias quedaron disimuladas. La obra de Scaloni (a quien hemos fustigado al principio, nobleza obliga) es increíble. Pasar del triste Mundial de Argentina en Rusia, donde estaba hundida entre un pésimo desenvolvimiento, crisis y rumores de todos colores, a este presente de fútbol de clase, tranquilidad e ilusión es toda obra del técnico. Que supo hacer una renovación profunda y dar un estilo que se adapta perfectamente al futbolista argentino: el toque y la posesión.

Pavoroso. El momento que vive Colombia. Igualó el récord negativo de Venezuela en el año 2000, cuando estuvo 7 cotejos sin marcar un gol. Se lo vio un equipo sin fútbol, sin alma, muy inferior a los suplentes argentinos. Pero ese no sería el peor problema: en Colombia —como en México— existe una sobreestimación de las propias capacidades y una subestimación de las ajenas. Hay una idea general de ser potencia que no es real. Y de tener un plantel de categoría, pero no lo demuestra. Sí es un medio importante, pero a la hora de la hora, el futbolista colombiano no aparece. Ahora la excusa es Reinaldo Rueda, como antes lo fue Queiroz. Cuando fue goleado 6 a 1 por Ecuador se dijo que era una cama que el plantel le había hecho al DT portugués para tumbarlo. Nunca son culpables los jugadores, siempre son otros. Pero cuando están solos frente al arco, el técnico no les dice que le peguen afuera. Aún tiene chances de llegar a la repesca ganando los dos partidos, aunque necesita que Uruguay, Perú y Chile pierdan la mayor cantidad de puntos posible.

Sequía. Al igual que Colombia, Paraguay suma 7 cotejos seguidos sin marcar un gol, pero en total en la Eliminatoria estuvo diez sin un grito. La Albirroja confirmó su eliminación de Catar y ya suma tres Mundiales consecutivos sin clasificar: 2014, 2018, 2022. Guillermo Barros Schelotto, su entrenador, anunció que la construcción de la nueva selección comenzará en los últimos dos choques de este premundial. “No podemos tirar el tiempo y pensar que las próximas Eliminatorias son en dos años”. Se viene una limpieza profunda.

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Vibrante. El Perú 1 - Ecuador 1, convertido ya en un nuevo clásico del Pacífico. La Tri jugó como lo viene haciendo, con personalidad, fuerza, concentración. La combinación de biotipo físico y determinación para la lucha hacen del jugador ecuatoriano un elemento confiable y valioso. Ecuador genera una presión terrible sobre rival y pelota. La dupla Gruezo-Moisés Caicedo y la línea de fondo parecen impasables. Se dio otra actuación notable del binomio Félix Torres-Piero Hincapié y volvió a destacar Estupiñán. Todos marcan, se despliegan y muestran una actitud fenomenal. Gustavo Alfaro puede ilusionarse en grande de cara al Mundial. No lo defraudarán.

Brillante. El gol de Michael Estrada, nacido de un pase milimétrico desde 45 metros de Félix Torres al pie de Michael Estrada, que gana la espalda de Callens, deja literalmente dormido el balón con su botín derecho y, sin demorarse nada, con el mismo miembro define a la salida de Gallese. Lo agarró caminando. Ambos son dos gestos técnicos esplendorosos. Estrada no pudo redondear una noche de oro cuando, estando aún el marcador 1-0, quedó solo frente al portero peruano y definió defectuosamente desviando el remate. Ahí cerraba el partido y el pasaje a Catar. Igual, sin reproches. (O)