En un programa radial, un grupo de periodistas (no sé si lo son, pero ellos se apodan así) celebran con elogiosos términos el “trabajo” de la Federación Deportiva del Guayas y de quien está al mando de la antes gloriosa y triunfadora entidad. Minutos después del insólito franeleo, abordan el tema del fútbol porteño. Alaban a Barcelona SC y, aunque aceptan que está lejos del liderato, muestran complacencia porque “es escolta del puntero”, del que lo separan “solo diez unidades”. Les dicen a los oyentes que el papel de Ismael Rescalvo es destacable porque “gana de visitante”, aunque omiten que de local pierde ante los colistas.

“Emelec tiene esperanzas de formar un gran equipo en 2026 con la conducción de Guillermo Duró”, opinan, pero no aclaran que es el tercer técnico en este año y que FIFA ha prohibido a los eléctricos registrar nuevos fichajes por la deuda que mantiene con Leandro Vega, exjugador azul. Es lo que hoy llaman ‘periodismo moderno’: tras el telón del tacticismo y la numerología, del lenguaje enrevesado e inentendible, de la geometría y la seudopoesía se esconden las verdades que los ‘analistas’ no quieren comentar por congraciarse con el poder y recibir una palmadita del dirigente, un convite a un encebollado y unas bielas heladitas o —premio mayor— una invitación con los gastos pagados a un viaje extrafronterizo.

Todo esto es el resultado de la política implementada desde 1998 por un expresidente de la Federación Ecuatoriana de Fútbol, o un folklórico personaje que dirigió al Ídolo del Astillero cuando se inició la inflación de los sueldos de los futbolistas. Muchos de los cortesanos de la época de los “favores logísticos” siguen en cabinas y pantallas convertidos en showmans y le han agregado algo más a su estilo: el lenguaje insultante, burdelero, no solo para los que son motivo de sus críticas.

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Farándula, actos políticos o ceremonias religiosas

Guayaquil es un cementerio deportivo. Es una realidad que los ‘periodistas modernos’ pretenden ignorar a cambio de no sé qué. Se firman contratos para obras de construcción o remodelación de escenarios que serán alquilados luego para espectáculos de farándula, convenciones políticas o ceremonias religiosas. Hay de todo, menos deporte. Llevamos más de una década sin certámenes deportivos programados por Fedeguayas. Los dirigentes han enterrado el fútbol amateur, el béisbol, básquet, ciclismo, atletismo, lucha, pesas, natación. La gimnasia sobrevive con angustias y amenazas de desalojo gracias a las familias de los gimnastas.

La Federación recibe del Estado y de alquileres más de $ 10 millones anuales. ¿En qué se invierte si no existe actividad deportiva? Los Gobiernos lo han sabido y conocen hoy el tema, pero los ministros del Deporte de ayer y de hoy no han hecho lo que es obligación suya: intervenir la Federación para saber el destino de los millonarios ingresos. La expresidenta Pierina Correa fue intervenida y destituida en tiempos de la exministra Andrea Sotomayor por largos nueve meses, pero nunca se supo de los resultados de la investigación. Cuando el periodismo preguntó sobre el tema, su respuesta fue: “Pregunten a los interventores”. Estos, al ser cuestionados, contestaron: “Los informes los tiene la ministra”. El resultado fue el encubrimiento y la impunidad.

El fútbol vive un cuadro dramático jamás visto y que es parte de un entorno más torcido que un cigüeñal. Alguien deberá afrontar una auditoría a las denuncias de soborno y arreglo de resultados que se han hecho en los últimos días. Se habla de un contubernio mafioso que envuelve las apuestas ilegales. Y no es sencillo el tema: la prensa ha informado de la ejecución de cuatro futbolistas en menos de dos semanas. Un panorama tenebroso del que deberán hablar las autoridades judiciales y los directivos de la FEF y de la LigaPro en cuanto a las medidas que se adopten.

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¿Y Barcelona SC y Emelec? Nada

El balompié guayaquileño hace rato que perdió influencia en las canchas y en las mesas directivas, en contraste con el fútbol capitalino, que este 2025 tiene a la Liga de Quito en semifinales de la Copa Libertadores y a Independiente del Valle en la misma instancia en la Copa Sudamericana. ¿Y Barcelona SC y Emelec? Nada. La estadística es elocuente. Liga se convirtió en el equipo ecuatoriano con más victorias en la Libertadores, con 23 triunfos, superando a Emelec, que tiene 22, y a Barcelona SC, que registra 21. Los albos han conseguido la Libertadores y la Sudamericana, mientras Independiente llegó a una final de la Libertadores y a ganar dos veces la corona en la Sudamericana.

La política de conducción de los dos clubes quiteños en gestión económica, técnica y de contrataciones ha sido muy seria. Por sus filas han pasado dirigentes de alta preparación, entrenadores eficaces en su mayoría y jugadores nacionales y extranjeros de valía. En otra línea, Barcelona SC entregó su destino a exfutbolistas impreparados y ávidos de publicidad y de fortuna. ¿Consecuencias? Una deuda que, se rumora, está por llegar a los $ 60 millones. Un derroche irrecuperable porque no sirvieron nada las auditorías que reposan en algún escritorio que no es el de algún juez o algún fiscal.

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Emelec pagó con imprevisión el alejamiento voluntario de Nassib Neme, quien tuvo en el podio al club por largos diez años. Hoy el club azul es una caricatura de aquella entidad poderosa y bien organizada que construyeron George Capwell, Luis Enrique Baquerizo, Antonio Briz, Enrique Ponce Luque, Otón Chávez, Jorge Arosemena, Elías Wated, Nassib Neme y otros recordados directivos.

Troncos para hacer muebles

Las contrataciones han sido un dolor de cabeza para los clubes del Astillero. A diferencia de otras épocas en que llegaban jugadores del patio o foráneos de primera línea, hoy vienen mediocridades que no saben ni parar un balón o que proceden de terceras divisiones extranjeras. Nunca más los Nivaldo, Henry Magri, Moacyr Pinto, Roberto Ortega, Lucio Calonga, Tiriza, Everaldo Ferreira, Víctor Ephanor, Eduardo García, Édison Saldivia, Carlos Miori, Alfredo de los Santos, Toninho Veira, Nelsinho. De los nacionales extrañaremos siempre a Carlos Pineda, Manolo Ordeñana, Rómulo Gómez, Galo Vásquez, Alberto Andrade, Lupo Quiñónez, Jesús Cárdenas, Carlos Muñoz, Luis Capurro y un centenar de verdaderos cracks.

Hoy las divisas de Barcelona SC y Emelec las luce cualquiera y a precio millonario. Es una legión de troncos con la que ambos equipos podrían poner una fábrica de muebles y pagar parte de la crecida deuda. Con esas plantillas estamos lejos de llegar al sitio en que están Liga de Quito e Independiente del Valle; o al lugar que supimos llegar en otro tiempo: finales y semifinales de Copa Libertadores. Eso no lo va a decir el ‘periodismo moderno’. Para enmascarar los fracasos está la táctica, la estrategia, el lenguaje hiperbólico, el adulo de unos cuantos papanatas que presumen de una sabiduría de la que carecen por su deformación intelectual.

El deporte guayaquileño murió hace rato. Cuando en Ecuador se celebran grandes victorias internacionales los deportistas de nuestra ciudad no están porque no existen. Los que odian la historia no dicen que entre 1937 y 1996 todos los triunfos internacionales los dio Guayaquil, que hoy mira con nostalgia porque solo contamos con “la vergüenza de haber sido y el dolor de ya no ser”, como dice el tango Cuesta abajo. (O)

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